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Cádiz (1973) Escritor y editor experto en temas tecnológicos. Con práctica profesional de redacción desde 2017 para diversos medios y plataformas en castellano.
Durante mucho tiempo, Google Chrome fue sinónimo de vanguardia, el navegador que lideraba el camino, introduciendo nuevas tecnologías web y dictando el estándar para el resto. No obstante, esa percepción se ha ido desvaneciendo con el tiempo. Lo que hace unos meses era una intuición vaga, de que Chrome ya no era el pionero que solía ser, hoy cuenta con un argumento contundente. La reciente actualización de emergencia, motivada por una brecha de seguridad crítica que ya estaba siendo explotada activamente, reabre un debate incómodo: Chrome parece estar más enfocado en mitigar riesgos digitales que en aportar innovaciones realmente significativas para el usuario.
La propia Google ha confirmado que este nuevo defecto, clasificado como CVE-2025-13223, afecta al núcleo V8 de JavaScript, la parte que ejecuta el código dentro del navegador. Lo preocupante es que permite a un agresor tomar control del dispositivo sencillamente al acceder a una página web malintencionada. No requiere descargas ni caer en engaños: basta con cargar la dirección. Que el impacto sea tan directo y sin necesidad de interacción subraya que no estamos ante un contratiempo menor.
La solución provisional se entregó con las versiones 142.0.7444.175 para sistemas Windows y Mac, y 142.0.7444.176 para Linux. Google sugiere encarecidamente efectuar la actualización manualmente desde el menú Ayuda > Acerca de Google Chrome, pues aguardar el proceso automático podría demorar varios días. Esta celeridad se ha vuelto una costumbre, dado que es el séptimo fallo de día cero solucionado por Chrome en 2025, sumándose a los detectados en marzo, mayo, junio, julio y septiembre. El navegador ha pasado de tener actualizaciones cada seis semanas a implementarlas casi mensualmente para atender estos problemas.
Este incremento en los fallos no implica necesariamente que Chrome sea un producto deficiente, pero sí evidencia que es un blanco preferente. Con miles de millones de usuarios a nivel global, cualquier debilidad representa un premio gordo para las estructuras que desarrollan ataques sofisticados. El Grupo de Análisis de Amenazas de Google, enfocado en supervisar actividades de espionaje estatal, verificó que CVE-2025-13223 ya estaba activamente empleado en operaciones reales. Esto significa que los perpetradores confiaban en su efectividad incluso antes de su revelación pública.
La situación pone de manifiesto un agotamiento que no puede ignorarse. Chrome se lanzó como un explorador ágil, veloz y con buen diseño, pero a lo largo de los años se ha tornado más pesado y más dependiente de un conjunto de servicios que no siempre prioriza la intimidad del usuario. La sucesión de parches urgentes ha transformado la narrativa: Chrome ya no destaca por abrir nuevos caminos, sino por su constante necesidad de sofocar emergencias.
Mientras Chrome se concentra en resolver estos problemas, otros programas de navegación han encontrado espacio para crecer. Safari se ha enfocado en la optimización energética y la confidencialidad, Firefox mantiene una comunidad leal gracias a su postura abierta, y Opera se ha fortalecido incorporando funcionalidades que Chrome todavía no presenta. Hace tiempo que Chrome dejó de ser el único navegador que imponía la velocidad; hoy, para muchos usuarios, simplemente es el que genera mayor notoriedad cuando surge un inconveniente.
El episodio de CVE-2025-13223 es la gota que colma un sentir cada vez más extendido: Google Chrome sigue siendo el de mayor uso, pero ya no dicta la pauta. Su peso en el mercado lo convierte en un objetivo ideal, y si bien la respuesta de Google suele ser rápida, la recurrencia de estos arreglos deja claro que algo fundamental está mutando en el entorno digital. Y esa transformación implica, precisamente, aceptar que Chrome puede mantener su hegemonía sin ser el referente absoluto que fue en sus inicios.














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