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Cádiz (1973) Redactor y especialista en edición de tecnología. Con experiencia profesional desde 2017 escribiendo para publicaciones y blogs en castellano.
Llevo años conviviendo con diversos parlantes inteligentes, pero el flamante Echo Studio logró algo inesperado: hacerme percibir que el audio casero por fin alcanza un nivel genuinamente inmersivo sin complicaciones técnicas. Es más reducido, más potente y más consciente de su entorno. Lo mejor de todo es que no se requieren conocimientos de sonido para disfrutarlo.
El renovado Echo Studio conserva la esencia de su versión inicial, pero con un chasis más contenido (un 40% más pequeño) y un aspecto más refinado. Su tejido 3D tiene un tacto de alta gama y cumple una función acústica real: permite que el sonido se propague sin impedimentos. Su forma esférica, con rejillas apenas visibles, evoca armonía y distinción, algo valorable en un altavoz diseñado para integrarse en la sala, el estudio o el dormitorio.
Al activarlo por primera vez, el aro de luz azul saluda con una animación más sutil que en modelos previos. Es un detalle menor, pero presagia lo que está por venir: un aparato que combina estética, potencia y discreción.
El proceso de instalación es tan ágil que apenas tuve tiempo de prepararme un café. Solo necesité conectarlo, abrir la aplicación de Alexa en el móvil y seguir las instrucciones en pantalla. En menos de cinco minutos, el altavoz estaba enlazado al Wi-Fi, asociado a mi cuenta de Amazon y operativo.
La aplicación identifica el aparato de forma automática y permite ajustar desde el ecualizador hasta las preferencias sonoras, establecer grupos con otros Echo o activar el modo de audio espacial. Además, ofrece una demostración para verificar cómo se ajusta el sonido al ambiente, algo que en este modelo cobra pleno sentido.
Una vez conectado, el Echo Studio analiza la acústica de la estancia mediante sus micrófonos y sensores. No precisa calibración ni intervención manual; en breves instantes se adapta a la disposición de muebles, paredes o techos. Y el efecto se percibe desde la primera nota.
Cuando comenzó a reproducir música, la impresión fue instantánea. Los bajos son tan profundos que se sienten físicamente, pero sin excesos. Las voces se perciben con gran nitidez, y los instrumentos parecen distribuirse de manera orgánica por todo el espacio. Lo he probado con diversos estilos, desde jazz hasta música clásica, y la riqueza en los detalles es excepcional. Es ese tipo de sonido que te permite redescubrir temas que creías conocer a fondo.
El avance cualitativo más notorio reside en el Dolby Atmos y el audio espacial, que expanden el campo sonoro más allá de los límites físicos del dispositivo. No es solo un efecto envolvente; hay dimensión, aire y una sensación tridimensional inédita.
Gracias a su nueva estructura interna, con un woofer de 3,75 pulgadas y tres altavoces de rango completo, el Echo Studio irradia el sonido en múltiples direcciones, logrando suplir la habitación con facilidad. Incluso a volúmenes reducidos, mantiene la riqueza tímbrica y la claridad, algo que pocos altavoces inteligentes consiguen.
El Echo Studio no se limita al ámbito auditivo. Integra un concentrador de hogar inteligente con compatibilidad para Zigbee, Matter y Thread, lo que significa que puede administrar luces, interruptores o sensores directamente sin accesorios extra.
Personalmente, lo vinculé con un par de bombillas inteligentes y un enchufe conectado al calentador de agua. Bastó con solicitarle a Alexa que los reconociera para poder manejarlos con la voz o desde la aplicación. Lo más interesante es que no solo responde a comandos, sino que también puede actuar proactivamente gracias a Omnisense, la nueva plataforma de Amazon para la convergencia de sensores.
Omnisense aprovecha diversos sensores (de temperatura, lumínicos y de presencia) para que el altavoz comprenda la dinámica del hogar. Puede modificar rutinas en función de si hay gente en la sala o si la temperatura excede un umbral. Esta inteligencia contextual se manifiesta en detalles sutiles: el altavoz sabe cuándo llegas, cuándo te ausentas o cuándo te concentras en el trabajo, y amolda su comportamiento consecuentemente.
También estrena comandos táctiles mejorados. Un simple toque en la superficie superior pausa la reproducción o pospone una alarma. Lo he comprobado varias veces al salir del salón o al recibir una llamada, y la respuesta es inmediata. Es una funcionalidad sencilla, pero de gran utilidad práctica.
El nuevo procesador AZ3 Pro impulsa gran parte de la fluidez del sistema. Administra las tareas de audio, la detección ambiental y las respuestas de Alexa con mucha mayor rapidez. Esto se nota, por ejemplo, al emitir múltiples comandos seguidos o al solicitar al asistente que modifique la música mientras gestionas dispositivos del hogar simultáneamente.
Además, está preparado para futuras funcionalidades de Alexa+ basadas en inteligencia artificial generativa, lo que implica que este altavoz continuará mejorando con el tiempo, sin necesidad de reemplazar la unidad.
He percibido que la voz de Alexa suena más natural, menos mecánica. Los micrófonos captan bien el sonido incluso con música de fondo, y las respuestas llegan sin interrupciones. Puedes pedirle información, gestionar agendas o controlar rutinas, pero también aprovechar su rol como asistente de sonido; si algo no suena como debería, simplemente se le puede pedir que ajuste los graves o los agudos. Durante mis días de prueba, lo utilicé tanto para música como para podcasts y radio en continuo, y la experiencia fue inmejorable. Incluso las llamadas y mensajes de voz se escuchan con una nitidez sorprendente.
El Echo Studio está fabricado con materiales reciclados y resulta robusto, bien ensamblado y silencioso incluso a niveles altos de volumen. El anillo luminoso, aparte de indicar actividad, funciona como señal de estado ambiental o de conexión. El conjunto irradia precisión y calidad, algo que lo sitúa muy por encima de otros parlantes inteligentes del mercado.
Tras una semana utilizándolo, tengo la impresión de que Amazon ha dado un paso significativo en su línea Echo. No se trata solo de volumen; el nuevo Echo Studio genera un panorama sonoro vibrante, dinámico y con una naturalidad fascinante. No requiere ninguna configuración previa, ni ser un especialista en audio, ni tener equipo adicional.
Por 239,99 euros, ofrece un rendimiento superior que fusiona música, automatización y diseño con un equilibrio difícil de encontrar. Cada vez que lo enciendo y Alexa contesta, la sala se transforma.















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