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Washington. El empleo de metodologías químicas sofisticadas e inteligencia artificial ha posibilitado a investigadores estadounidenses identificar por primera vez indicios de vida en nuestro planeta datados hace 3.300 millones de años; estas tecnologías podrían transformar la búsqueda de vestigios vitales en Marte y en satélites rocosos como Europa, según un informe divulgado este lunes en la publicación científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Con tales herramientas, personal científico del Carnegie Institution for Science, junto a diversas universidades e instituciones colaboradoras, logró asimismo discernir marcadores moleculares de la generación de oxígeno mediante fotosíntesis hace 2.500 millones de años, 800 millones de años antes de las estimaciones previas.
Para efectuar estos descubrimientos, los expertos emplearon análisis químicos avanzados, como pirólisis combinada con cromatografía de gases y espectrometría de masas (Py-GC-MS), analizando más de 400 especímenes de diversa índole: desde meteoritos y depósitos con hasta 3.000 millones de años de antigüedad hasta flora y fauna actuales.
Con la información recabada, adiestraron un sistema de inteligencia artificial (IA) capacitado para diferenciar materia orgánica de material inorgánico con una certeza de hasta el 98 %.
Como piezas de un rompecabezas
A pesar de que las moléculas originales de la vida o la producción de oxígeno por fotosíntesis ya no existen, la conjunción del análisis químico de vanguardia y la IA permitió hallar restos químicos distintivos de vida en formaciones rocosas de 3.300 millones de años.
El doctor Robert Hazen, científico principal en la Carnegie Institution for Science, detalló en un comunicado que “es análogo a mostrarle a una computadora miles de fragmentos de un rompecabezas y pedirle que determine si la imagen original era una flor o un meteorito”.
“En lugar de concentrarnos en moléculas individuales, buscamos patrones químicos, y esos patrones podrían hallarse también en otros confines del universo. Nuestros hallazgos indican que la existencia remota no solo deja fósiles; deja ‘reverberaciones’ químicas. Gracias al aprendizaje automático, ahora podemos interpretar esas reverberaciones de manera fidedigna por primera vez”, concluyó.
Gracias a este mismo procedimiento, investigadores del Carnegie Institution for Science han podido adelantar el surgimiento de la fotosíntesis, un proceso fundamental para el desarrollo de seres complejos, en 800 millones de años.
Evidencias escasas y debatibles
Hasta ahora, los científicos solo conseguían hallar rastros químicos confiables de vida en rocas de hasta 1.700 millones de años, lo que duplica la edad límite a la que se puede detectar vida con esta tecnología.
Sin las pruebas químicas, los especialistas en paleobiología dependen primordialmente de vestigios orgánicos, incluyendo microfósiles celulares y filamentos, así como restos mineralizados de estructuras celulares, para establecer la presencia de vida en la Tierra primitiva. No obstante, estas evidencias son infrecuentes y ocasionalmente objeto de controversia.
Por ejemplo, en 1993, científicos identificaron en un estrato rocoso australiano lo que consideraron los microfósiles más antiguos del planeta, con unos 3.460 millones de años, si bien estudios recientes han sugerido que su origen no sería biológico sino meramente químico.
También en Australia se han descubierto estromatolitos, estructuras formadas por bio-capas microbianas que retienen sedimentos, con una antigüedad estimada de 3.480 millones de años.
Pero la realidad es que la gran mayoría de las rocas ancestrales no conservan microfósiles ni biomoléculas, ya que han sido modificadas de maneras que las desintegran en fragmentos innumerables que, hasta el momento, eran demasiado pequeños y generales para establecer su procedencia biológica.
El doctor Michael Wong, también coautor del estudio, explicó que comprender el momento de aparición de la fotosíntesis ayuda a entender cómo el planeta se enriqueció con oxígeno, lo que facilitó el surgimiento de vida compleja y, finalmente, la humanidad.
“Esta investigación podría transformar el modo en que buscamos vida pretérita en la Tierra y en otros mundos. En el futuro, tenemos previsto examinar materiales como bacterias fotosintéticas anaeróbicas, posibles equivalentes de organismos extraterrestres. Esta es una herramienta nueva y muy potente para la astrobiología”, agregó.















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