Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
I. ¿Incursión de Estados Unidos contra el sistema de Nicolás Maduro? La suprageocomunicación será un pilar fundamental en el desarrollo de tal suceso.
Al surgir el covid-19 (2020) y durante y tras la emergencia sanitaria, se inició lo que hemos conceptualizado como suprageocomunicación, reemplazando las comunicaciones tradicionales por una mayor interacción humana y de vínculos corporativos en el ámbito global; no se trataba únicamente de convertir a los participantes en emisores y receptores de mensajes.
La suprageocomunicación se consolidó como un modo de vida que, durante el covid-19, fue central en los ámbitos educativo, político, financiero, cultural, medioambiental y en todo lo concerniente a las relaciones interpersonales, e incluso en el control de lo que se denomina Estados.
Actualmente, la nación venezolana depende de los enlaces submarinos que transportan esta suprageocomunicación vía fibra óptica. Por ende, ante una posible acción de Estados Unidos contra el oficialismo, anular los transmisores de fibra óptica paralizaría totalmente al país, incomunicando al círculo de Maduro, incapaz de enviar siquiera un correo electrónico. Mucho más si las grandes corporaciones tecnológicas también retiran sus servicios al grupo gobernante.
Recordemos el caso de Nepal, donde el gobierno prohibió el uso de plataformas populares, como Meta, X y TikTok, mas mantuvo la conectividad a la red. Fue entonces cuando la llamada generación Z utilizó Discord como vía de coordinación para sus movilizaciones, que culminaron con la caída de la administración. Dicho de otro modo, el sistema creyó que bloquear las plataformas acabaría con las protestas, pero no detuvo la suprageocomunicación, resultando en un efecto contrario al buscado inicialmente.
Hace tiempo indicamos que los métodos diplomáticos habituales no son suficientes para resolver las disputas actuales, y lo mismo se aplica a los conflictos bélicos. Así, vemos la disputa entre Rusia y Ucrania, que se extiende por tres años, donde los drones son herramientas clave de ataque, y por supuesto, la suprageocomunicación, mayormente bajo control de Google, define el sistema de mando y localización de unidades (propias o adversarias), junto a las aplicaciones que operan bajo el entorno de Chrome. Es decir, Alphabet está dominando el escenario de confrontación mundial.
¿Intentará Estados Unidos intervenir en Venezuela? Considero que la acción comenzará si el grupo en el poder no llega a un acuerdo diplomático sobre su relevo o la concertación de nuevos comicios. El primer paso sería aislarlo de la suprageocomunicación, cortando todos los tendidos de fibra óptica que proveen la red al país, para paralizarlo por completo en esferas geopolíticas, geoeconómicas y geomilitares.
Al ejecutar esta primera medida, ¿cuánto podría resistir el liderazgo actual? Muy poco. Ya que la economía que hoy se mueve mediante activos digitales como USDT o similares carecería de capacidad de gestión. El acceso a Internet “satelital” con apoyo de China o Rusia no podría implementarse en Venezuela, pues el país carece de los medios necesarios. Sencillamente, jamás se ha invertido en esta infraestructura.
Además, la suprageocomunicación se convertiría por primera vez en un instrumento primordial de contienda bélica, exponiendo que quienes no dispongan de Starlink —la compañía de SpaceX de Elon Musk— quedarán fuera del próximo esquema de organización política y económica que se une a la propia suprageocomunicación, y que hemos denominado cosmoestatismo. Aquí es donde el poder de las grandes empresas de nuevas tecnologías demostraría que cualquier Estado o gobierno, sin ellas, es irrelevante.
II. ¿Cuál sería el destino del oficialismo ante una anulación de la suprageocomunicación en una operación geopolítica y militar?
Los elementos que provocarían la anulación de la suprageocomunicación en Venezuela, es decir, la destrucción de los seis enlaces submarinos principales de fibra óptica que posibilitan el acceso a internet y al resto de los procesos de enlace y progreso, dejarían al gobierno de Nicolás Maduro en total desprotección, tanto en términos de táctica militar como en lo referente a lo que llaman las fuerzas de choque.
Bajo este panorama, el sistema neototalitario quedaría virtualmente sin opciones para afrontar estratégicamente un revés en lo que respecta a un enfrentamiento armado de nivel uno o dos. Esto agravaría, especialmente, la situación económica, paralizando la nación en todos los escenarios de disputa. Esto podría incluso desencadenar un mayor desorden social, ya que sin suprageocomunicación, los servicios esenciales como agua, electricidad y combustible se verían críticamente afectados. Esto posicionaría a las innovadoras tecnológicas como ejes centrales de cualquier maniobra geomilitar. Por primera vez, observaríamos una convergencia de factores en una interrupción basada en nuevas tecnologías para alcanzar un fin político claro: liberar a un país de un grupo estatal ilícito.
Venezuela recibe cerca del 97% de su suprageocomunicación a través de 6 conductos submarinos: Américas-II, Globenet (antes Columbus-II), Arcos-1, Consorcio Regional SAC (South American Crossing) 2001, ALBA-1 y Deep Blue Cable, los cuales, en su mayoría, tienen sus puntos de conexión hacia las áreas de La Guaira y Punto Fijo, desde donde se distribuyen al resto del territorio.
El oficialismo alegará que recibirán “Internet vía satélite”, pero esa posibilidad está descartada. Aunque pudieran disponer de ciertos accesos, estos apenas cubrirían a un círculo muy reducido de lugares y personal castrense, dado que nunca se han efectuado inversiones reales en esos sistemas y los medios de alimentación simplemente no existen en el territorio nacional.
Estamos a las puertas de una posible intervención geomilitar fundamentada en privar de las herramientas de la suprageocomunicación al conjunto neototalitario que lidera Nicolás Maduro. El temor excede lo bélico, y lo más probable es que presenciemos la primera acción suprageocomunicacional de gran calado geopolítico en el continente, clausurando las conexiones técnicas y humanas como máxima expresión, donde el acceso a las plataformas tecnológicas avanzadas será el núcleo de control, dejando sin respaldo a quienes reprimen a una Venezuela desmantelada.















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