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La jerarquía eclesiástica católica encomia las melodías de devoción de Rosalía en su flamante LP ‘Lux’

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El reciente trabajo de la artista, titulado "Lux" (que significa "Luz" en latín), es profundamente espiritual.

La nueva producción discográfica de la cantautora es notablemente espiritual. Quince composiciones, interpretadas en 13 lenguas distintas.

Rosalía, el ícono pop español de alcance mundial, querida por millones por su mezcla de flamenco con ritmos latinos urbanos y reguetón, ha sorprendido a sus seguidores con una reinvención drástica.

El reciente trabajo de la artista, titulado “Lux” (que significa “Luz” en latín), es profundamente espiritual. Quince temas, cantados en 13 idiomas variados —incluyendo pasajes en latín, árabe y hebreo—, rebosan de un anhelo por lo trascendente.

Y está recibiendo reconocimientos desde ámbitos elevados.

Xabier Gómez García, obispo de Sant Feliu de Llobregat (jurisdicción que incluye Sant Esteve Sesrovires, la localidad natal de Rosalía, cerca de Barcelona), fue uno de los primeros jerarcas eclesiásticos en alabar su obra mediante una misiva pública a sus feligreses. La abuela de Rosalía asiste regularmente a los servicios religiosos en Sant Esteve Sesrovires, según reporta la diócesis.

En una charla con The Associated Press, Gómez comentó que si bien algunas de sus piezas pueden ser “atrevidas”, Rosalía “expresa con total franqueza y sin reservas lo que percibe como Dios, y el deseo, la sed (de conocer a Dios)”.

“Al escuchar ‘Lux’ y a Rosalía disertar sobre el ambiente de su disco y su proceso creativo, me encontré ante una travesía y una obra que superaban lo meramente musical. Se trataba de una indagación espiritual basada en las vivencias de mujeres con una profunda entereza espiritual”, señaló.

Desde su verso inicial, piano y un armonioso violonchelo de fondo, preguntando: “¿Quién puede vivir entre los dos?/ Primero amar al mundo y luego amar a Dios”, Rosalía adelanta que este álbum marca una ruptura con sus anteriores éxitos premiados con Grammy. “El mal querer” y “Motomami” habían consolidado a Rosalía como una figura central de la música en español gracias a sus ritmos vanguardistas y urbanos.

Pese a —o quizás gracias a— la diversidad de estilos y formatos musicales que abarca, desde orquestaciones clásicas, cortes electrónicos con la colaboración de Björk, un coro infantil de un convento centenario, una pieza italiana con tintes de ópera, un fado portugués y, por supuesto, los ritmos contemporáneos de flamenco y hip-hop, “Lux” ha tenido una acogida potente entre el público. Esta semana, cuenta con cuatro canciones en el listado global Top 50 de Spotify, superando a cualquier otro artista, incluida Taylor Swift.

Madonna se ha autoproclamado seguidora de “Lux”, y el compositor Andrew Lloyd Webber lo ha calificado con gran entusiasmo como el “álbum de la década”.

Rosalía, de 33 años, ha revelado que tras su éxito en géneros más populares, permitió que su anhelo de siempre por lo sacro guiara la creación de “Lux”.

“Al final, en un tiempo que no parece ser la era de la fe, ni de la seguridad, ni de la verdad, existe una necesidad mayor que nunca de una fe, de una seguridad, de una verdad”, comunicó a la prensa en Ciudad de México el mes pasado.

Mencionó que se orientó por la noción de que “un creador duda menos de su llamado cuando trabaja al servicio de lo divino que cuando lo hace al servicio propio”.

Aparentemente, Rosalía no tuvo un instante de “conversión” repentina, común entre los creyentes evangélicos de EE. UU. Como muchos españoles, creció en una nación otrora sólidamente católica que se ha vuelto laica rápidamente en las últimas décadas, particularmente entre las generaciones más jóvenes, dejando los templos principalmente a los fieles de mayor edad.

Incluso su música temprana flirteaba con la poesía religiosa de la Edad Media, incluyendo un videoclip de 2017 donde musicó un poema del vate español del siglo XVI, San Juan de la Cruz.

Si bien incorpora iconografía católica y expresa admiración por las figuras santas femeninas, Rosalía parece eludir las prácticas rígidamente institucionales, bebiendo también de otras creencias. “Lux” refleja esta amplitud de intereses, citando en un momento dado a una poeta sufí.

“He leído mucho más que en años anteriores, consultando numerosas vidas de santas de distintas partes del mundo”, comentó. “Me acompañaron durante todo este proceso”.

Su imagen también ha mutado. Desaparecieron la estética hip-hop y las uñas postizas kilométricas que Rosalía exhibía hace solo unos años, cuando triunfaba en los Latin Grammy. Compárenlo ahora con su aspecto en la carátula de “Lux”, donde se presenta ataviada con un velo de monja liso y blanco, con los brazos aparentemente ceñidos dentro de una blusa blanca y la mirada desviada.

A pesar de la jugada potencialmente controversial de equiparar a Dios con un compañero obsesivo en el tema “Dios es un acosador”, Rosalía ha cautivado al equivalente al ministro de cultura del Vaticano.

El cardenal José Tolentino de Mendonça, prefecto del Dicasterio de Cultura y Educación del Vaticano, afirmó este mes a la agencia de noticias española EFE que Rosalía ha captado una insatisfacción más generalizada con el mundo profano.

“Cuando una artista como Rosalía aborda la espiritualidad”, indicó, “esto evidencia que percibe una profunda necesidad en la cultura actual de aproximarse a lo espiritual, de cultivar un mundo interior”.

Entre las piezas dedicadas a la fe, Rosalía se tomó un espacio para interpretar temas como “La Perla”, que expresa desdén hacia un antiguo amor.

Esa hábil amalgama de alta cultura y música popular es parte del atractivo de “Lux”, opinó Josep Oton, profesor de historia de las religiones en la escuela de teología ISCREB en Barcelona.

“Ha conseguido crear música comercial con profundas raíces culturales”, declaró Oton a AP. “Cualquiera puede disfrutarla, y personas de diversos entornos pueden extraer lecciones distintas. Es música pop, pero con sustancia”.

“Lux” podría resultar exigente para algunos oyentes, tanto por su compleja instrumentación como por un puñado de letras profundas que Rosalía se inspiró en crear tras leer a poetas místicos medievales y sus narrativas sobre alcanzar una unión transformadora con Dios mediante la meditación y la oración profunda.

En la conmovedora “Reliquia”, Rosalía se compara con las santas, listando partes de su cuerpo y vivencias que ha dejado como vestigios en ciudades del orbe para el cuidado de otros. Su pieza “Mio Cristo Piange Diamanti” (“Mi Cristo llora diamantes” en italiano) está repleta de la barroca imaginería de gemas brotando de los ojos del Mesías.

En “Divinizar”, Rosalía canta al “divino vacío” (en catalán, “divina buidor”), un concepto clave del misticismo medieval que se centraba en cómo el alma debe experimentar la nada para crear un espacio donde Dios pueda manifestarse.

A Victoria Cirlot, catedrática de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y especialista en la tradición mística femenina medieval, le ha agradado “Lux” por su capacidad para introducir nociones religiosas complejas al público masivo, aunque la cataloga como una muestra “minimalista” de la tradición mística.

Cirlot considera que la emotiva “La Yugular” está cargada de pensamiento místico, ya que la garganta, asiento de la voz y la respiración, es vista en muchas doctrinas religiosas como el portal del cuerpo hacia lo sagrado.

Pero, para Cirlot, es el conjunto lo que dota a “Lux” de su gran impacto.

“Rosalía no es solo una excelente vocalista; es una gran intérprete, y su lenguaje corporal está lleno de gestos místicos, como contraer el rostro en un gesto de éxtasis, cual si mirara fija al vacío”, afirmó Cirlot. “Y a eso se suma su voz asombrosa, que genera una sensación de elevación”.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

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