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Miami.- Miami. — La Franja de Gaza luce como un paraje de escombros y ruinas. Cientos de miles de familias residen en albergues improvisados al descubierto o hacinadas en estructuras parcialmente destruidas. En medio de esta calamidad humanitaria emerge el yerno presidencial Jared Kushner, exasesor del mandatario Donald Trump y empresario inmobiliario que se ha convertido en mediador diplomático.
“La mitad de los habitantes de Gaza ha debido escapar hacia el sur o a áreas rurales, y más de un millón de individuos subsiste con menos de seis litros de agua potable diarios”, confirmó a EL UNIVERSAL la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas en los Territorios Palestinos Ocupados.
En medio de esta devastación, el 11 de octubre, en la Plaza de los Rehenes, en Tel Aviv, Kushner celebró el nuevo cese al fuego; habló de “poner fin a esta pesadilla”.
Previamente a ese evento, Kushner y Steve Witkoff, inversionista y enviado especial de Estados Unidos para el Medio Oriente, sostuvieron el 28 de septiembre extensas pláticas en un hotel de Nueva York con el primer ministro Benjamin Netanyahu para perfilar el borrador del acuerdo de alto el fuego sugerido por la comitiva vinculada al gobierno de Donald Trump.
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Kushner es el director ejecutivo de la empresa privada Affinity Partners, un fondo al que ha inyectado miles de millones de dólares provenientes de capitales del Golfo en el Medio Oriente. Según reportes confirmados en distintos medios, ha reunido 4 mil 800 millones de dólares de Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Árabes Unidos. En 2022, el PIF) aceptó destinar 2 mil millones al fondo a pesar de las reservas internas sobre la inexperiencia de Kushner.
Con esos recursos, Kushner ostenta una gran influencia sobre los regímenes de Mohammed bin Salman Al Saud, príncipe heredero y primer ministro saudita; de Mohammed bin Zayed Al Nahyan (MBZ), presidente de los Emiratos Árabes Unidos, y del emir Tamim bin Hamad Al Thani, de Qatar.
Matt Duss, exvicepresidente del Center for International Policy, tildó la intervención de Kushner como “transparente corrupción” y manifestó que “cuanto más dinero obtienen, mayor es su interés en detener la contienda”. La Casa Blanca lo defiende argumentando que Kushner “goza de gran confianza y mantiene vínculos con estos colaboradores esenciales”.
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El proyecto de Kushner para Gaza se detalla en un documento reservado que se filtró al medio The Washington Post, denominado GREAT Trust (Fideicomiso para la Reconstitución, Aceleración y Transformación de Gaza): se prometen inversiones cuantiosas que suman entre 70 mil y 100 mil millones de dólares públicos, que podrían atraer otros 35 mil a 65 mil millones privados para “reorientar fundamentalmente” el enclave en ámbitos urbanos y económicos.
Conforme al Post, se plantean 10 megaproyectos que combinan la ayuda humanitaria, “generosas” compensaciones por “desplazamiento voluntario” y una seguridad de alto nivel. El texto incluso sugiere mecanismos de financiamiento inéditos: un “fideicomiso territorial” y la tokenización de activos como fuente de capital.
“En la práctica, esto equivale a la concepción de convertir Gaza en un destino turístico de lujo bajo tutela estadounidense, donde a los gazatíes se les incentivaría con pagos para reubicarse voluntariamente”, lo que se convertiría en “un despojo”, señala el experto en Medio Oriente Daniel Álvares.
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Kushner ya había insinuado algo similar, según Reuters, en febrero de 2024, al declarar que “la costa de Gaza puede ser muy valiosa si la población se concentra en generar sustento”, añadiendo luego que “desde el punto de vista de Israel, yo haría todo lo posible por mover a la gente y luego sanear la zona”.
Esta propuesta ha generado preocupación entre analistas, quienes la interpretan como una forma velada de depuración étnica. En una comparecencia en Tel Aviv, Trump sugirió que una Gaza reconstruida podría ser “superior a Mónaco”. No obstante, el príncipe heredero saudita ha restado importancia a esas expresiones. Fuentes cercanas a Riad consideran que son “irrealizables” y el ministerio de Exteriores saudita desestimó de forma rotunda cualquier intento de sacar a los palestinos de su territorio.
Tras el plan GREAT Trust se percibe la influencia de los socios de Kushner: su colega Witkoff y colaboradores de antaño como el ex primer ministro británico Tony Blair, involucrado en ideas para la administración posguerra en Gaza, informan medios y agencias.
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El borrador de este esquema indica que, una vez desarmado Hamás, Israel cedería temporalmente el mando a Estados Unidos a través de este fideicomiso, que luego se transformaría en una “entidad fiduciaria” multilateral. El enclave sería administrado inicialmente por un panel de expertos palestinos sin filiación política, supervisado por un nuevo Consejo de la Paz liderado por Trump y posiblemente Blair, reporta Reuters.
Hamás queda totalmente marginado; sus túneles serían eliminados y el arribo de ayuda se facilitaría: “La idea de Kushner, y por ende la de Trump, es separar a Gaza de los esquemas políticos convencionales e impulsar la reconstrucción mediante capital privado, iniciativas tecnológicas y directrices económicas completamente liberalizadas”, explica Álvares. En oposición, y frente a Krushner, se erige el bloque árabe-europeo, que propone un modelo diferente.
En marzo, una convergencia extraordinaria en El Cairo, convocada por el presidente egipcio Abdelfatah al-Sisi y respaldada por la Liga Árabe, Jordania, la Unión Europea (UE) y la ONU, presentó un proyecto de reconstrucción de 53 mil millones de dólares a cinco años.
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“Este proyecto egipcio promueve la reinserción de los palestinos en Gaza y exige que la población se mantenga en su suelo, repudiando cualquier forma de destierro. El documento subraya que es una réplica a las propuestas impulsadas por Estados Unidos e Israel que buscan la expulsión definitiva de los gazatíes”, enfatiza el experto.
Los países árabes advierten que la noción de una Riviera de Medio Oriente para Gaza, con vecinos masivos e incluso traslados, equivale a una limpieza étnica del enclave, algo que el secretario general de la ONU, António Guterres, calificó como inadmisible: “La revitalización de Gaza pasa por rechazar toda clase de depuración étnica” y por asegurar que Gaza permanezca como parte “esencial de un Estado palestino independiente”, afirmó.
El plan de El Cairo busca un apoyo inmediato de 3 mil millones de dólares en el primer semestre para remoción de escombros y refugio, seguido de la restauración de infraestructura, vivienda (460 mil unidades nuevas) e instalaciones básicas, todo administrado por un comité provisional de técnicos, con una eventual transferencia a la autoridad palestina. A diferencia de la visión de Kushner, “aquí Hamás también quedaría excluido, pero el relevo administrativo recaería en la autoridad palestina, la que administró Gaza antes de 2007, y se convocarían comicios”, detalla Álvares.
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“Comprendo que un fondo fiduciario internacional, con aportes de patrocinadores globales, canalizaría los recursos en una cumbre de donantes”, y así, “en lugar de colocaciones privadas con afán de lucro, se impulsaría una asistencia ligada a asegurar derechos y dignidad”, comentó António Costa, presidente del Consejo Europeo, quien agregó: “La Unión Europea ofrecerá respaldo concreto al proyecto árabe promoviendo dos naciones conviviendo en paz y seguridad”. El esquema egipcio conserva los límites geográficos actuales de Gaza y su conexión con Cisjordania, mientras que la iniciativa de Kushner implicaría redibujar vastas áreas para megaproyectos turísticos e industriales bajo control tripartito (EE. UU., Israel y el Golfo). En cuanto a población, el enfoque árabe-europeo demanda que los gazatíes regresen a sus hogares renovados, con indemnizaciones y mejoras en su propio territorio, rechazando cualquier éxodo masivo. El plan de Trump/Kushner ofrece paquetes de reubicación “voluntaria” para quienes accedan a mudarse (al Sinaí o Jordania) a cambio de incentivos económicos.
Egipto y sus aliados insisten en una administración gazatí a cargo de palestinos elegidos tras un breve lapso de técnicos, con vigilancia internacional mínima. La alternativa estadounidense propone un gobierno “provisional” bajo la tutela de un consejo foráneo, teniendo a Trump como garante y excluye cualquier administración ligada a Hamás o incluso a líderes palestinos tradicionales. Respecto a las finanzas, los árabes han mencionado un fondo internacional basado en contribuciones y supervisión multilateral; Kushner promete grandes desembolsos privados a través de un fideicomiso de tierras tokenizadas, desvinculándose de aportes públicos.
“Las entidades internacionales involucradas y observadoras reiteran que el porvenir de Gaza solo estará asegurado con una perspectiva fundamentada en los derechos humanos, el derecho internacional y las aspiraciones legítimas de su gente”, señala el especialista en Medio Oriente, y concluye “así lo demandan, con vehemencia, todos aquellos que han presenciado la destrucción de Gaza y solicitan, una vez más, un alto al fuego perdurable, ayuda ilimitada y un proceso político genuino para los palestinos”, finaliza Álvares.
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