Resulta poco común hallar a alguien que sea a la vez una pintora sobresaliente y una poeta sensible; esa persona es Carmen (Nani) Miranda. Nani, como la conocemos todos, reside en Suiza desde hace bastantes años.
Viene a su tierra natal de forma esporádica, trayendo consigo su más reciente conjunto de obras, para exhibirlas y despertar el entusiasmo y la admiración que suscitan sus cuadros, elaborados con sumo esmero, un manejo exquisito del color y la composición, y una inspiración que cautiva inmediatamente al observador.
Su pintura de corte realista nos revela un detalle en primer plano, una rama arbórea, sin sus hojas otoñales. Al fondo, tras la ventana, delineada con acentos apagados y paletas neutras, se vislumbra un paisaje envuelto en niebla.
Otra pieza de su nueva muestra presenta una abertura en la ventana que da a una terraza de diseño moderno, donde se ubican una pequeña mesa y sillas. Los matices grises sugieren el material de su fabricación. El entorno paisajístico en la lejanía es el protagonista de la obra.
Se trata de un lago, pintado en azules variados, flanqueado por un caserío en la ribera opuesta y algunas estructuras cerca del punto de vista de la ventana. Los tonos azules dominan esta creación, dotándola de una atmósfera poética y soñadora. La vista desde su apartamento de un entorno invernal que, a pesar de la neblina, irradia belleza y lirismo.
En esta colección reciente, Nani demuestra su maestría en las representaciones paisajísticas, las cuales, aunque parezcan sencillas, son increíblemente complejas de ejecutar a la perfección. Lo logra mediante una danza de azules matizados con un leve resplandor rosado y la oscuridad de los árboles que resisten el frío intenso.
El resto es simplemente vapor, siluetas que configuran nubes, y nada más. No se requiere más. El paisaje es seductor, cautivador, e inmerge al espectador en su realidad gélida.
Finalmente, Nani se aventura a plasmar el suelo. La tierra cubierta de nieve y unos trozos de madera armando un sendero. Es un juego de blancos y grises, modulados por los tonos pardos de los bordes de las maderas.
Sin lugar a dudas, Nani se sitúa entre los artistas plásticos destacados de la nación. Adicionalmente, es una profunda conocedora del célebre pintor Theodore Chasseriau, oriundo de Samaná, cuyas obras reposan en el Museo del Louvre, inmortalizado entre los grandes del arte pictórico mundial.
Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.















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