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La Asociación Pediátrica Española (AEP) señala que la etapa infantil es donde más se sufre la gripe y constituye “el pilar esencial en la propagación del mal”, al ser el principal portador.
Francisco Álvarez, quien coordina el comité asesor de inmunizaciones de la AEP, comenta a EFE Salud que existen variaciones, “aunque no muy marcadas”, en la gripe entre infantes y mayores, siendo el potencial de contagio una de esas diferencias.
“Posee una particularidad clave y es que, en primer lugar, transmiten más que los adultos; es decir, expulsan o liberan por vía respiratoria concentraciones mucho mayores del virus gripal que una persona mayor”, destaca Álvarez.
Además, los pequeños con gripe pueden contagiar hasta seis días antes de manifestar síntomas, mientras que en el adulto esto ocurre aproximadamente un día previo.
Y una vez que han mejorado, los niños siguen expulsando el virus incluso por un lapso de hasta dos semanas, en contraste con los adultos, que lo hacen solo hasta cuatro o cinco días tras la mejoría.
“Por lo tanto, esto es un rasgo distintivo fundamental, y por eso la AEP busca prevenir la gripe en la niñez para cuidarlos a ellos, pero también para impedir que infecten a otros”, añade el especialista.
Y hay que considerar, indica Álvarez, que la mitad de los niños que requieren ingreso hospitalario por secuelas del virus de la gripe son pequeños sanos, o sea, “carecen de cualquier patología previa, ni pertenecen a un grupo de riesgo”.
“Esto en los adultos puede darse a partir de los 60 o 65 años, pero no antes, no en alguien sin problemas de salud”, puntualiza el experto, explicando que esto se debe a que el virus es más virulento en los infantes que en los mayores y puede generar complicaciones.
Los datos muestran que antes de que la vacuna antigripal se incluyera en el esquema de vacunación universal para edades de 6 a 59 meses, se registraron 4.000 hospitalizaciones, 800 casos serios, 250 ingresos en unidades de cuidados intensivos y 8 decesos por complicaciones de la gripe, en menores de 5 años, según Álvarez.
“Si ampliamos hasta la adolescencia, ese número de fallecimientos aumenta hasta 10 o 20 cada año, por lo que es un asunto que debemos prevenir dado que disponemos de una vacuna sumamente efectiva y totalmente segura”, afirma el especialista.
Respecto a los signos de la gripe en la infancia, son parecidos a los de los adultos. Al inicio es complicado distinguirla de otro proceso viral, ya que cuando la gripe comienza a circular, también lo hacen otros, como el rotavirus o el virus respiratorio sincitial (VRS).
En este punto, Álvarez hace una aclaración, resaltando que con la aprobación del anticuerpo monoclonal en menores de 6 meses, los casos de bronquiolitis “han descendido drásticamente”: “ha transformado la vida de los niños y del personal sanitario, pues en esa época todas las urgencias y centros de salud estaban abarrotados de pequeños con bronquiolitis”, añade.
Volviendo a los síntomas de la gripe, el experto señala que incluyen: fiebre muy alta, que puede persistir cerca de una semana, y molestias respiratorias como secreción nasal, tos y dolor de garganta. También puede causar vómitos y diarrea.
“Y un gran malestar general, como haber sido arrollado por un vehículo”, comenta Álvarez, quien con humor recuerda que no hay cura para la gripe.
“Con tratamiento dura siete días y sin él, una semana”, bromea.
El especialista recalca la importancia de convencer a las familias de que la gripe no es un simple resfriado con temperatura, sino que puede agravarse y precisar internamiento.
De ahí que la AEP aspire a extender el rango de vacunación en el calendario nacional, más allá de los 59 meses, que es el límite actual para la vacuna subvencionada, hasta los 17 años.
“La meta es incluirla como un sector más para la inmunización sistemática, al igual que inmunizamos contra el neumococo o el meningococo, que se vacune contra la gripe hasta los 17 años sin coste, pues es la manera de aumentar la cobertura”, argumenta.
Tras padecer la gripe, se produce una merma en las defensas que puede propiciar complicaciones por infecciones bacterianas, como la neumonía o la otitis media, entre otras.
“Si los inmunizamos evitamos también esta complicación bacteriana para la cual recurriremos a antibióticos, y así prevenimos su uso excesivo, para evitar resistencias”, subraya.
En el primer año de la campaña de vacunación infantil contra la gripe, la proporción de inmunizados fue “decepcionante”, con un promedio del 36 %. En el segundo, la media subió al 45 %, con regiones que alcanzaron el 65 %. En la actual campaña, la AEP desearía que la cobertura de 6 a 59 meses llegara al 75 %.
Hay dos presentaciones de la vacuna: la inyectable, para menores de dos años, y la administrada por la nariz, hasta los 59 meses.
Álvarez reflexiona y apunta que uno de los obstáculos es que no todos los núcleos familiares temen a la gripe, a diferencia del VRS, al que sí temen y por eso su tasa de inmunización es mucho mayor, superando el 90 %.
Además, prosigue el experto, la vacuna antigripal tiene fama de ser ineficaz “lo cual es falso, ya que su eficacia es muy buena, entre el 60 y el 70 %”.
“¿Qué debemos hacer? Pues campañas informativas para que comprendan que no es un resfriado con fiebre y mejorar la facilidad de acceso, es decir, implementar sistemas adecuados para que los padres no tengan que pedir permiso laboral para llevar a su hijo a vacunar; si logramos esto, las coberturas aumentarán”, concluye el miembro de la AEP.















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