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Con el progreso tecnológico, los más chicos de la casa no son ajenos a los aparatos electrónicos presentes en sus hogares. Desde muy tierna edad, incluso teniendo solo meses, utilizan tabletas o móviles que los padres eligen como una alternativa viable para entretenerlos.
No obstante, se plantea si esta opción es acertada; cómo podría impactar su bienestar anímico y su evolución cerebral, física y sentimental.
El concepto de nomofobia infantil no es meramente una moda o un capricho digital, sino una quiebra discreta que se arraiga en el afecto, la atención, el nexo social y la identidad de los más pequeños.
Es importante señalar que la nomofobia es el temor exagerado a no disponer del aparato celular, un fenómeno que se observa a edades cada vez más tempranas.
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¿De qué manera se puede detectar la nomofobia en niños?
Existen pistas sutiles de nomofobia infantil que son cruciales en cuanto al apego de los menores a sus dispositivos móviles:
* El niño o niña no soporta periodos sin la pantalla u otro estímulo digital, complicando sus momentos de quietud.
* Un silencio prolongado, una actitud reservada o mal comportamiento al retirársele el móvil.
* Si el infante reacciona con fastidio cuando el teléfono se queda sin batería o no hay conexión.
* Las rutinas de sueño o ir a dormir se desorganizan por estar con el móvil, incluso buscándolo en plena noche.
* El menor pregunta constantemente por la ubicación del celular.
La Psicóloga Clínica y experta en Neuropsicología, Anayeli Pérez, indicó que la estimulación visual y auditiva que reciben los niños del móvil impacta directamente en su cerebro, dado que son estímulos veloces que no logran comprender, procesar o retener la información adecuadamente por la inmadurez del mismo.
“Esa búsqueda de gratificación instantánea se vincula con la generación de dopamina, la sustancia que nos otorga felicidad, y el uso del celular aumenta la producción de esta, creando un efecto parecido al placebo; al contrario, la ausencia del celular altera los comportamientos y las conductas por la falta de recompensa inmediata”, añadió.
Algunas secuelas o efectos de la nomofobia infantil son:
1- Inquietud persistente y respuestas emocionales: incluso si no hay una exteriorización clara al quitarle el móvil al menor, puede desarrollar intranquilidad o malestar interno cuando no tiene acceso, estableciendo un patrón de temor a perderse algo importante por no contestar mensajes o estar conectado.
2- Dificultades de concentración y desempeño escolar: el no tener el celular cerca pero mantenerse al tanto de cualquier alerta o interacción digital, provoca que el menor establezca una división mental entre sus tareas escolares y el aparato móvil, mermando su capacidad de enfocarse.
Un estudio de la UNESCO señala que “si bien la tecnología puede ser un recurso educativo, su uso inadecuado o excesivo repercute en el rendimiento académico, la capacidad de concentración y el autocontrol”.
3- Retraimiento virtual: interactuar en persona se ha vuelto más arduo para los niños, dejando a un lado lazos afectivos y disminuyendo sus oportunidades de desarrollo emocional.
4- El móvil como medio de validación externa: muchos menores están forjando su identidad digital mostrando el uso de su aparato; pero esta se ve comprometida cuando ese uso se interrumpe, experimentando vergüenza, problemas de autoestima, inseguridades y, en casos serios, una alteración de la realidad.
5- Surgimiento de dependencias: del mismo modo que la nomofobia se ha transformado en una necesidad, al generar una sumisión constante al móvil, esto puede extenderse a otros tipos de vínculos compulsivos como los afectivos, emocionales e incluso más graves relacionados con sustancias, obviamente en edades posteriores.














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