Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
El ámbito del béisbol acaba de presenciar la edición 2025 de la Serie Mundial, una de las más anticipadas vistas en mucho tiempo, la cual concluyó con unos Dodgers de Los Ángeles alzándose por segundo año consecutivo, algo que una franquicia de la Liga Nacional no lograba desde la “Maquinaria Roja” de Cincinnati en 1975-76.
Pero asimismo fuimos testigos de la gesta de un jugador descomunal de 26 años, Vladimir Guerrero Jr., quien con su artillería ofensiva formidable, garra defensiva y ánimo contagioso impulsó a unos Azulejos de Toronto que, contra todo pronóstico, estuvieron a dos outs de conquistar la tercera corona histórica del rey de los deportes a 32 años de la anterior.
Un Vladi Jr. que encarnó a cabalidad su posición como el tercer pelotero mejor remunerado del circuito de la MLB (quinientos millones de billetes verdes hasta el 2039), al tomar las riendas como director de orquesta e inocular la energía vital a sus compañeros, inspirando incluso a los maltrechos a creer en el sueño de doblegar a los todopoderosos californianos hasta el último aliento del séptimo y decisivo encuentro que se extendió a once entradas.
A lo largo de toda la postemporada, Guerrero Jr. mantuvo atemorizada a la defensiva contraria con su madero, conectando misiles de toda factura, algo que no sorprende, considerando su estirpe de bateador de élite que demostró en su andadura por las Ligas Menores y por momentos en la máxima categoría. En esto, plasmó destellos auténticos de la herencia de su padre, hoy miembro del Santuario de la Fama de Cooperstown.
Tanto o más que con su ataque, Vladimir, el vástago, alentó a sus colegas y seguidores en sus dos naciones con una bravura defensiva tremenda, zambulléndose de cabeza hacia cualquier lado ante misiles disparados por bates adversarios o con lances en zona de foul, incluso poniendo en riesgo su integridad física persiguiendo pelotas al borde de las tribunas. Con batazos potentes hacia su área, asimismo, exhibió reflejos notables y velocidad con su guante.
Adicionalmente, con su pasión desde el banquillo o al pisar las almohadillas, el jugador de los 500 millones de dólares electrizó hasta aficionar al frío público de su tierra natal, Canadá; y atrajo hacia los Azulejos a una porción importante de seguidores de la nación de sus progenitores, la República Dominicana, que no son afines a los Blue Jays, así como a aquellos que no sienten aprecio por los Dodgers.
Frente al arsenal que posee la novena angelina, encabezada por dos prodigios nipones, Shohei Ohtani y Yoshinobu Yamamoto, quienes regalaron pasajes memorables de la Serie Mundial, el esfuerzo y liderazgo de Vladimir Guerrero Jr. no fueron suficientes y los Azulejos deberán conformarse con haber disputado un clásico antológico frente a un adversario mayúsculo.
Las lágrimas al culminar el séptimo juego derramadas por Vladi Jr. las interpretamos como la prueba final de su inmensa entrega y el liderazgo que ejerció durante la postemporada, el cual, ante la mirada del universo beisbolero, lo establece como una figura preponderante de esta generación de las Grandes Ligas.














Agregar Comentario