El suceso de Stephora Anne-Mircie Joseph, la infante de 11 años que pereció durante una salida escolar organizada por el Instituto de Desarrollo Integral Leonardo Da Vinci, sigue causando gran impacto en el país. Ahora, un nuevo dato intensifica la indignación: supuestamente la menor padecía exclusión y mofa por su tono de piel y por ser haitiana.
La información fue revelada por Edwin Paraison, titular de la Fundación Zile, quien afirmó —tras conversar con la progenitora de la niña, Lovelie Joseph Raphael— que Stephora era blanco de hostigamiento escolar continuo por motivos de raza.
Este acontecimiento plantea una interrogante: ¿qué tan perjudicial puede ser el impacto del acoso motivado por el racismo en un infante?
Expertos: “Ataca el núcleo de la identidad del menor”
En declaraciones al periódico HOY, la especialista en psicología Virginia Pardilla alertó que esta clase de maltrato “tiene una huella profunda porque vulnera la esencia misma de la identidad del niño”.
Detalló que, a corto plazo, los jóvenes suelen experimentar baja valoración personal, bochorno, desorientación y temor.
“La señal de discriminación hace que el menor empiece a dudar de su propio valor y de su sentido de pertenencia”, indicó Pardilla.
Con el tiempo, las secuelas pueden ser todavía más serias: una percepción negativa de sí mismo, dificultad para establecer confianza, aislamiento social, ansiedad constante, estados depresivos e incluso el rechazo de su propia herencia cultural o racial.
Además, el hostigamiento sostenido puede afectar el desempeño escolar y el desarrollo de habilidades sociales y emocionales.
Pardilla señaló que también es habitual observar irritabilidad, mutismo inusual, problemas para dormir, molestias físicas sin razón aparente, exclusión y renuencia a asistir a clases.
¿Cómo advertir si un infante está siendo víctima de persecución?
Entre los indicadores más frecuentes se cuentan:
Cuando estas manifestaciones persisten, deben tomarse como una señal de alarma importante, destacó la experta.
“El hostigamiento interracial es de las formas más destructivas”
La psiquiatra Rosaura Holguín advirtió que cuando un centro educativo recibe notificaciones de chistes o exclusiones por el color de piel, acento o procedencia, se está ante acoso interracial, una variante que la bibliografía psiquiátrica califica como “una de las más nocivas para la evolución anímica del menor”.
Holguín recalcó que esta índole de persecución “deteriora la estructura identitaria infantil, obstruye la madurez socioemocional y puede generar un agobio tóxico con consecuencias inmediatas y futuras”.
¿Qué deben hacer los centros educativos?
Pardilla enfatizó que las instituciones educacionales tienen el deber de asegurar entornos emocionalmente seguros. Para prevenir la vejación racial, sugirió:
1. Pautas de cero tolerancia ante cualquier forma de desigualdad.
2. Instrucción sobre pluralidad e integración desde edades tempranas.
3. Formación para el personal docente en cómo detectar y gestionar disputas.
4. Actividades que refuercen la autoestimación y el arraigo cultural.
5. Vías de reporte accesibles y discretas.
6. Asistencia psicológica temprana a la persona afectada.
7. Intervención pedagógica con quien ejerce la agresión.
“Un colegio que se adelanta al acoso por motivos raciales, no solo atiende los casos: forja una atmósfera donde cada niño se siente reconocido, valorado y a salvo”, concluyó.
Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.









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