Fuente: Listin diario
Bryan de la Cruz, un producto de Maquitería, cuna de destacados boxeadores.
Desde un vecindario donde la lucha a puños es parte del aprendizaje, surgió un bateador que ahora compite por el título de Jugador Más Valioso.
En LIDOM no siempre se impone el más espectacular, sino quien persevera y rinde en los momentos decisivos. Por eso, el nombre de Bryan de la Cruz ha ganado protagonismo en el debate sobre el MVP de esta temporada. No por ruido, sino por resultados concretos.
Originario de Villa Duarte, Maquitería —un lugar donde primero se aprende a pelear que a festejar— De la Cruz ha disputado el invierno con la misma garra que se emplea en las calles: sin ceder turnos ni dar excusas, convencido de que cada vez al bate puede definir una campaña.
“Desde que conocí el béisbol lo amé. Aunque en mi barrio predominaba el boxeo, a mí no me gustaban los golpes. Solo quería jugar pelota. Mientras otros usaban guantes, yo buscaba el bate y la vitilla”, expresó De la Cruz en una charla con La Hora del Deporte.
Acerca de su elección por el béisbol, el jardinero cuenta que tuvo el apoyo total de su familia, especialmente de sus padres María Quezada y Domingo De la Cruz. “Mi papá y yo salíamos a las cinco de la mañana en su triciclo. Él me dejaba en el play y luego seguía a su trabajo. Siempre batée con un aluminio, pero recuerdo que al cumplir 10 años me regaló mi primer bate de madera”, rememora Bryan. Antes de dedicarse profesionalmente al béisbol, su padre vendía jugos.
De la Cruz fue uno de los mejores toleteros tanto para los Toros del Este como de toda la liga, junto a Gilberto Celestino. Terminó la serie regular con promedio .301, ocho cuadrangulares, 40 carreras impulsadas y nueve dobles.
Su conjunto concluyó en segundo puesto con récord 27-22, solo por detrás de las Águilas.
Firmar contrato profesional es la meta soñada por cualquier niño; desde pequeños muchos se inspiran en jugadores de Grandes Ligas, imitan sus estilos y adoptan los roles de las estrellas que dominan la MLB.
De la Cruz esperaba con ilusión ese instante; sin embargo, otro anhelo ocupaba sus pensamientos: la recuperación de su madre, quien enfrentaba una delicada enfermedad.
Ella falleció el 28 de septiembre de 2013 debido a cáncer, apenas cinco días después de que Bryan concretara su primer contrato profesional con los Astros de Houston.
“Fue un sentimiento agridulce porque quería que ella estuviera conmigo y me viera jugar a nivel profesional. Fue muy difícil para nosotros, pero mi padre y mis hermanos me dieron fuerzas para seguir adelante”, recordó Bryan.
En el dugout también tuvo un papel destacado; sin discursos innecesarios, lideró con hechos. En una liga donde conviven jóvenes en busca de reconocimiento y veteranos gestionando su cuerpo, su enfoque fue claro: competir cada día como si fuera enero. El mensaje caló hondo.
Porque en una tierra conocida por sus luchadores no siempre emerge el más ruidoso, pero sí aquel que sabe ganar batallas prolongadas. Y este invierno, pocas han sido peleadas mejor que las de Bryan de la Cruz.
Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.








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