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Clarissa Molina, indignada, reclama justicia por el deceso de la pequeña Stephora

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Cómo se extingue la existencia de una pequeña de quien, solo al observar sus grabaciones, se percibe un corazón prístino y un alma bella?

¿De qué manera un angelito cándido asciende al cielo? ¿Cómo se extingue la existencia de una pequeña de quien, solo al observar sus grabaciones, se percibe un corazón prístino y un alma bella?

“Resulta ineludible que el alma se quiebre. Inconcebible no sentirse abrumado por interrogantes, por la aflicción, por la incredulidad”, manifestó la actriz y animadora dominicana Clarissa Molina tras el deceso de Stephora, la infante de ascendencia haitiana que pereció durante un paseo escolar en Santiago.

Molina expresó que, al enterarse de los pormenores revelados sobre la menor, Stephora Anne-Mircie Joseph, le es “imposible no sentir el corazón destrozado” y destacó que la circunstancia ha suscitado “dudas, pesar y asombro”. La conductora del programa El Gordo y la Flaca resaltó la inocencia de la niña y el impacto que su muerte ha generado.

Reprochó el modo en que se ha gestionado la investigación. “Ya transcurrieron más de 15 jornadas y su progenitora, sí, su madre, todavía ignora por qué su descendiente no está hoy con ella. Nadie le ha brindado explicaciones”, señaló.

Ministerio de Obras Publicas

Puso en tela de juicio que a la familia presuntamente se le ha vedado el acceso al informe de autopista y a las grabaciones de vigilancia del sitio donde ocurrió el suceso, e imploró ´que la verdad emerja y se logre el derecho’.

Stephora expiró el reciente 14 de noviembre en una salida educativa del centro Leonardo Da Vinci de Santiago.

En los audiovisuales e imágenes difundidas tras la pérdida de la niña, se muestra cómo esta, con su carisma, encaraba el acoso escolar del que supuestamente era blanco, llegando incluso a incursionar como modelo, con apenas 11 años de edad.

A continuación, transcribimos el mensaje publicado por Clarissa en sus plataformas sociales.

“He dedicado varios días a asimilar y observar cómo se han desarrollado los hechos, y en cuanto se conoce el caso de Stephora, la niña de origen haitiano que falleció durante una actividad escolar en Santiago, República Dominicana, es imposible que el alma no se desgarre. Es impensable no inundarse de preguntas, de tristeza, de incredulidad.

¿Cómo puede un ser angelical e inocente partir hacia el paraíso? ¿Cómo se extingue la vida de una niña cuya esencia pura y espíritu radiante son evidentes solo con ver sus videos? Sin embargo, la desazón da paso a la indignación y a la frustración al observar cómo todo este asunto ha sido manejado. ¡No es justo, ni humano! Han pasado más de 15 días, y su madre, sí, ¡SU MADRE! aún no entiende por qué su hija no está presente hoy a su lado. Nadie le ha dado respuestas. Le obstaculizan el acceso a la autopsia. Le impiden ver las grabaciones del lugar. Y si bien comprendemos que hay procesos y normas establecidas, ¿dónde están las instancias gubernamentales que deberían brindarle apoyo, auxilio y guía? ¿Dónde quedó la sensibilidad humana? ¿Dónde reside la justicia?

Hoy solo nos resta elevar una plegaria a Dios para que toda la verdad se revele, para que se imparta justicia y para que el espíritu de Stephora halle sosiego eterno”.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

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