El Hard Rock Café Santo Domingo fue el sitio de una de las actuaciones más ansiadas del año la noche del domingo 30 de noviembre: la legendaria agrupación venezolana Caramelos de Cianuro.
Liderada por Asier Cazalis y Pavel Tello, la banda cautivó a la audiencia dominicana con una explosión de vitalidad, recuerdos sentimentales y sentimiento que inundó cada espacio del lugar.
Desde horas antes, extensas filas de seguidores —tanto dominicanos como venezolanos radicados en el país— aguardaban con expectación la apertura. A las 9:30 p.m., cuando se atenuaron las luces, una ovación tronó anunciando el comienzo de una velada memorable. Éxitos como “Sanitarios”, “El Último Polvo” y “Rubia Sol, Morena Luna”, sumados a composiciones más nuevas, demostraron la relevancia de uno de los grupos más queridos del rock latino.
La concurrencia, totalmente entregada desde la nota inicial, coreó cada tema, alzó las manos y transformó el Hard Rock en un coro masivo de entusiasmo. Hubo parejas bailando, amigos abrazándose y numerosos asistentes filmando conmovidos instantes del espectáculo para atesorar un recuerdo de esa mágica velada.
La organización de Auras Society, en colaboración con PAK Productions, logró una puesta en escena de talla internacional, combinando una acústica excelente, una iluminación del escenario cuidada y una logística de primer nivel. Desde la bienvenida hasta la coordinación técnica, cada detalle reflejó el sello característico de Auras Society, que se afianza como una de las productoras más visionarias del Caribe en cuanto a vivencias artísticas y musicales.
“Buscábamos que esta jornada fuera más que un mero concierto: una experiencia de vinculación, comunidad y memoria compartida. Y así sucedió. Observar a tanta gente cantando, sonriendo y gozando unidas fue un verdadero obsequio”, comentó una portavoz de Auras Society al término del evento.
El recital no solo congregó a entusiastas de diversas épocas, sino que se erigió como un nexo cultural entre República Dominicana y Venezuela, celebrando la música, la fraternidad y un espíritu común.
Al finalizar, los presentes se marcharon con la impresión de haber vivido algo único. Muchos describieron la noche como una amalgama de energía, autenticidad y emoción pura, ratificando que la música sigue siendo un lenguaje universal que une afectos por encima de fronteras.
Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.










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