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El baile de salón resulta ser un remedio contra el aislamiento para la gente mayor

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En el salón de baile del Consistorio de Liverpool, un recinto del siglo XVIII, el tiempo parece haberse detenido mientras los asistentes enlazan valses, tangos y cha-cha-chás bajo las fastuosas lámparas.

Los mayores de Liverpool, en el noroeste de Inglaterra, han hallado en los bailes de salón organizados en el ayuntamiento municipal un remedio contra el aislamiento y las vicisitudes de la edad avanzada.

“Acudan a los ‘tea dances’ (fiestas con té y baile) y así evitarán el NHS”, el sistema de sanidad pública británico, dice en tono jocoso Davina Woods, una exdirectora de escuela.

“Te devuelve la alegría”, comenta esta distinguida señora de 71 años, encantada de haberse puesto zapatos de tacón y un vestido resplandeciente.

Estas meriendas con baile para la tercera edad se celebran en el Reino Unido desde finales del siglo XIX.

En el salón de baile del Consistorio de Liverpool, un edificio del siglo XVIII, el tiempo parece haberse detenido mientras los asistentes enlazan valses, tangos y cha-cha-chás bajo las fastuosas lámparas.

Para Davina Woods, este encuentro representa un momento de “escape”, lejos del clima sombrío actual en el Reino Unido, dominado por el coste de la vida, la impopularidad del líder laborista Keir Starmer y el ascenso de la ultraderecha.

El progresivo envejecimiento de la población, junto a las políticas de austeridad, tensan el sistema sanitario.

“Aquí dejamos los asuntos políticos de lado”, celebra David Easton, un ingeniero de 65 años que asiste con su esposa, Jane.

Ministerio de Obras Publicas

Al tomar un descanso, conversan sobre sus nietos, sus estancias vacacionales, su estado de salud o incluso sobre fútbol.

“Todo lo relacionado con la política ahora mismo es bastante desalentador”, resume Mike Robinson. “Cuando bailas, no piensas en eso”, afirma este exprofesor universitario.

Bailar “es beneficioso para la salud anímica”, recalca Mike, quien, con 57 años, es uno de los más jóvenes del grupo.

– Contacto Físico –

En esta gélida jornada invernal, 115 personas desafiaron las bajas temperaturas de la tarde y asistieron al baile, abonando una entrada de 12 libras (unos 16 dólares).

Jackie Williams, quien comenzó a organizar estos ‘tés danzantes’ en 2017, se muestra satisfecha por la acogida de su propuesta.

“Viene progresivamente más gente. Desde la pandemia, han comprendido cuánto precisan el contacto físico”, explica la profesora de danza de 57 años.

“Si estas reuniones con baile no existieran, la gente estaría en sus casas, aislada, viendo la televisión”, opina Mo Massie, un antiguo psicoterapeuta de 75 años.

Bailar “es el único ejercicio que disfruto de verdad”, comenta Greta Jones, una enfermera retirada que acude con dos amigas.

Estos encuentros con baile son “una forma magnífica de combatir la soledad”, asegura esta sexagenaria, quien confiesa que se sentía sola y que allí formó “un círculo de amistades estupendo”.

“Es bueno para la mente porque hay que memorizar los pasos”, añade Jane Easton, exdirectora comercial de un centro educativo.

En los últimos tiempos han surgido nuevas modalidades de estas reuniones danzantes.

Por ejemplo, hace poco se organizó uno en Swinton, en el norte de Inglaterra, destinado a personas con demencia.

Tras tres horas de baile, los asistentes comienzan a abandonar el salón del Consistorio de Liverpool.

Son “instantes fundamentales en mi vida”, subraya Mo Massie.

Mientras aguardan la próxima convocatoria, muchos seguirán conectados a la danza a través de la televisión con ‘Strictly Come Dancing’ (el programa equivalente a ‘Bailando por un sueño’ en países como Argentina, México, Chile o Ecuador), un espacio icónico de la BBC donde celebridades se emparejan con bailarines profesionales.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

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