Estados Unidos mantiene un gran poder militar. Si no fuera por las enormes presiones del cerco militar y del embargo, los ataques probablemente escalarían hacia territorio venezolano. Y el siguiente objetivo podría ser México. Aún no sabemos con certeza cómo se hará realidad el corolario de Trump en estos tiempos de declive de Estados Unidos y el fin de un orden liberal.
El profundo declive de Estados Unidos y la pérdida de su antigua hegemonía se manifiestan de múltiples maneras en los últimos tiempos. El desgaste de su infraestructura, el deterioro de sus ciudades, sus liderazgos erráticos, la desprofesionalización en el servicio público, los múltiples problemas sociales, la enorme polarización política y económica, así como el deterioro del sistema educativo y del nivel de vida en ese país, reflejan la realidad de un imperio en franca decadencia. Estados Unidos ya no es lo que era antes y su papel en el mundo se encuentra considerablemente reducido. Por ello, Trump ganó dos veces al prometer “volver a hacer a América grande”. En la actualidad, esa nación pierde influencia en varias regiones del mundo y se repliega para concentrarse principalmente en su propio continente.
No resulta entonces sorprendente que la otrora potencia mundial dé la espalda a quienes fueran sus aliados en diversas partes del globo. Tampoco sorprende que abandone su papel como supuesto redentor y policía del mundo, ni su liderazgo en el sistema internacional —que esa nación llegó a crear. En este contexto, Estados Unidos da un giro fundamental en su política exterior y vuelve a mirar hacia adentro, enfocándose en lo que denomina el “hemisferio occidental”. La reafirmación de la Doctrina Monroe en lo que hoy se conoce como el “Corolario Trump” —como parte central de la actual “Estrategia de Seguridad Nacional”— parece ser la clave que define un nuevo papel de Estados Unidos en un mundo multipolar donde pierde influencia a pasos acelerados.
Así, recordando que supuestamente “América es para los americanos”, la administración trumpista intenta recuperar el control del continente, comenzando por Groenlandia, declarando una emergencia nacional (con todo lo que ello implica), librando una especie de guerra contra lo que ahora denomina “narcoterrorismo” y prometiendo reconquistar Panamá. Desde Washington, se amenaza a México con una intervención militar y se intenta imponer un cambio de régimen en Venezuela, mientras se incautan buques petroleros y se bombardean embarcaciones en aguas internacionales con la excusa de combatir el tráfico de fentanilo —droga ahora denominada como “arma de destrucción masiva”.
La realidad es que la nueva política exterior estadounidense no parece tener que ver con las drogas, sino que más bien deriva de un intento desesperado por retomar el control de todas las áreas perdidas del continente y eliminar la influencia que otras potencias ejercen ahora en América. Venezuela, su petróleo, su tierra y sus otros recursos son, para Estados Unidos, una prioridad. Si Trump no logra sacar a Maduro del poder ni recuperar las zonas de influencia perdidas en América, la Doctrina Monroe llegaría a su fin. Por ello, vivimos tiempos peligrosos. Estados Unidos mantiene un gran poder militar. Si no es por las enormes presiones del cerco militar y del embargo, los ataques muy posiblemente escalarían hacia territorio venezolano. Y el siguiente objetivo quizás sería México. Aún no sabemos con certeza cómo se hará realidad el corolario de Trump en estos tiempos de declive de Estados Unidos y el fin de un orden liberal.
Vivimos tiempos de profundo cambio y el futuro de México parece incierto en medio de una crisis de liderazgo en el país vecino. A pesar de su enorme riqueza, sus abundantes recursos y su gran poder armamentista, Estados Unidos se desmorona internamente; la polarización económica y social es extrema, predominan las contradicciones, y quienes toman las decisiones más importantes en esa nación no parecen ser personas serias, ni capaces, ni profesionales. El país está dirigido actualmente por influencers, presentadores de televisión y personajes sin autoridad moral, cuestionados por escándalos, conflictos de interés y compromisos con actores que reclaman tierras y poseen intereses estratégicos fuera del continente. Así están las cosas en América, que hoy por hoy no parece ser un lugar pacífico ni seguro para todos los americanos. Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.








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