Apoyada por el aval del mandatario estadounidense, Donald Trump, la derecha de Honduras, encarnada en los partidos Nacional y Liberal, ha contenido a una naciente izquierda del partido gobernante Libertad y Refundación (Libre), la cual fue penalizada en las elecciones generales del domingo debido a sus fallos, señalaron ayer a EFE diversos expertos.
Los recuentos iniciales muestran un empate virtual entre los centroderechistas Nasry Asfura (Nacional, 39.91 %) —quien recibió el apoyo explícito de Trump— y Salvador Nasralla (Liberal, 39.89 %), con el primero aventajando por escasamente unos 515 sufragios tras examinarse el 57.03 % de los formularios, en un proceso pausado y con pocas variaciones a lo largo del día.
La representante de izquierda Rixi Moncada, del partido oficialista Libre de la presidenta Xiomara Castro, quedó relegada a una tercera posición, con aproximadamente 359,584 votos (19.16 %), lejos de las proyecciones que le daban ventaja sobre los dos aspirantes conservadores.
No obstante, Trump intervino y manifestó en su plataforma Truth Social que Asfura es el “único verdadero amigo de la libertad en Honduras”, añadiendo que podrían “cooperar para confrontar a los narco-comunistas”, al ser quien defiende la democracia y se opone al venezolano Nicolás Maduro.
El experto José Manuel Torres, al comentar el apoyo de Trump, resaltó: “Es una intromisión en la esfera política hondureña de manera directa como jamás antes vista, algo que los hondureños debemos sopesar y el efecto que pudo haber tenido antes del día de la votación”. “Más allá de la repercusión, sin duda tuvo influencia en una nación donde la migración hacia el norte es la fuente primordial de sustento y la esperanza de miles de familias hondureñas ante el mal desempeño de las administraciones locales”, agregó.
El analista además opina que los resultados de estos comicios indican que “se está clausurando un ciclo político del país que ha sido breve por decepcionante”, tras cuatro años en el poder, y no prevé que vaya a haber una “reflexión autocrítica” en “la izquierda o el progresismo”, quienes nunca reconocen “sus propios errores, y mucho menos asumen sus consecuencias”.
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