La compañía californiana Science Corp. acaba de comunicar que varios sujetos de prueba han logrado distinguir de nuevo letras, números y textos tras la implantación de su dispositivo visual, PRIMA. Algunos incluso han conseguido leer láminas completas. Este avance fue reportado por la publicación The New England Journal of Medicine. El director ejecutivo de la empresa, Max Hodak (originario del Estado de Nueva York, 36 años), quien también es cofundador de Neuralink (la compañía de Elon Musk) y fue su presidente, fundó Science Corp. en 2021 tras desvincularse de Musk. La firma se enfoca en la restauración de la vista mediante conexiones cerebro-máquina. Hodak conversó con El PAÍS en la Web Summit de Lisboa, donde fue uno de los oradores principales para difundir los progresos de su organización. Se expresa de manera seria, ágil y con terminología técnica, un punto medio entre el científico y el empresario tecnológico que es.
Pregunta: En su perfil web menciona que su curiosidad por las interfaces cerebro-computadora nació en la infancia. Es un tema complejo para un niño…
Respuesta: El encéfalo alberga toda nuestra vivencia. Es el único órgano que verdaderamente me interesa. El resto del cuerpo existe para mantenerse y facilitar las funciones cerebrales. Esto me pareció obvio desde muy pronto. Y con las interfaces cerebro-máquina se consiguen resultados inalcanzables en el ámbito médico.
P: ¿A qué se refiere exactamente?
R. Mediante las conexiones cerebro-ordenador, se inserta un chip en la corteza motora y, al cabo de media hora, tienes a un paciente manejando videojuegos con la prótesis ocular PRIMA. Los individuos pasan de una ceguera casi total, sin reconocer rostros, a poder leer cada carácter en una tabla de agudeza visual y completar sudokus.
P. ¿Qué proporción de sus sueños infantiles se ha materializado?
R. Bastantes cosas. Honestamente, todo esto era ciencia ficción hace dos décadas y ahora vemos avances que se están materializando rápidamente.
P. Su empresa se centra en restaurar la visión. ¿Podría describir el funcionamiento de PRIMA?
R. Es un pequeño microprocesador que, observado al microscopio, revela un entramado de diminutas células hexagonales. Cada unidad funciona como una célula fotovoltaica. Este componente se ubica bajo la retina, detrás del ojo, y opera en conjunto con unas gafas específicas que porta el usuario. Estos cristales contienen una cámara que capta el exterior, la realidad, y un proyector láser que emite hacia el ojo.
P. Este es el esquema del dispositivo físico, pero ¿cómo se transmite la información?
R. La cámara graba el entorno en video y luego un emisor de infrarrojos [la información se ha pre-codificado en patrones que permiten esta transmisión] proyecta las imágenes al implante situado detrás del ojo. Al impactar la luz infrarroja, esta estimula la retina, por lo que, fundamentalmente, [PRIMA] actúa como un fotorreceptor artificial. Esto solo es factible para personas que han desarrollado la vista. Su cerebro entiende cómo se ve y el nervio óptico permanece funcional, pero las células sensibles a la luz en la retina, los conos y bastones [células fotorreceptoras], han perecido por alguna razón.
P. ¿Qué afecciones podrían abordarse con esta técnica?
R. Existen múltiples dolencias que causan la destrucción de los conos y bastones oculares, desde la degeneración macular senil [el estudio publicado sobre PRIMA detalla resultados en sujetos con esta condición] hasta la retinosis pigmentaria, la enfermedad de Stargardt o, en ciertos escenarios, la retinopatía diabética. Si el cerebro sabe interpretar imágenes y la conexión con la retina sigue activa, aunque ya no responda a la luz, nuestro chip permite estimular directamente la retina, omitiendo los conos y bastones dañados.
P. Se trata de una solución técnica al problema…
R. Podríamos considerarla una solución electrónica. Funciona porque el cerebro es un órgano de procesamiento informativo. Por lo tanto, uno puede interactuar con él a nivel de información.
P. ¿Qué siente usted y su equipo al presenciar que un paciente puede leer de nuevo tras años de no hacerlo?
R. Mi abuelo materno padecía retinitis pigmentosa, por lo que he estado muy cerca de la pérdida visual desde niño. Y ver esta solución llegar a los pacientes resulta profundamente gratificante.
P. ¿Pudo su abuelo ser tratado con esta tecnología?
R. Él utilizaba unas gafas de aumento para intentar mitigar su deficiencia visual.
P. No era un medio efectivo…
R. Definitivamente no funcionaba. Por eso me ilusionó ver el trabajo de PRIMA ilustrando la portada de [la revista] Time, dado que yo crecí viendo aparatos similares en la portada de Wired cuando aún no eran funcionales y se anunciaban como inminentes. Ahora, 25 años después, realmente están aquí.
P. Quizás esta interrogante sea inapropiada, pero permítame, ¿cuánto falta para erradicar la ceguera como tal?
R. En efecto, yo no emplearía el término “curar la ceguera”. La gente suele presionarme para que lo diga, pero la visión recuperada no iguala a la visión natural. El sujeto preferiría tener su visión original. Quizás en los próximos cinco o siete años podríamos alcanzar la agudeza visual normal.
P. ¿Hablamos del mismo nivel de detalle que ofrece el ojo de forma natural?
R. Considero que estamos a una o dos generaciones de aparatos de alcanzar ese 100% de visión. Pero el otro aspecto pendiente es el matiz de color. Actualmente, PRIMA ofrece resultados solo en escala de grises. Anticipo que podremos incorporar coloración en los próximos años. El rojo y el verde son más sencillos que el azul, por ejemplo. Pero estimo que a principios de la próxima década habrá opciones para los usuarios que casi igualarán la visión original.
P. Disculpe mi franqueza, pero ¿el tema de curar la ceguera?
R. Sí, cuando hablamos de erradicar la ceguera es crucial señalar que existen múltiples causas para la pérdida de visión. Esta degeneración de conos y bastones es una, la pérdida del nervio óptico es otra, común por el glaucoma. Y nuestro método no sirve para el glaucoma. Para ese caso se requeriría otro enfoque que logre regenerar el enlace entre la retina y el cerebro.
P. El suyo es un campo vasto, ¿qué sistemas abarca?
R. Las conexiones cerebro-ordenador incluyen desde dispositivos ópticos hasta implantes cocleares auditivos o la neuromodulación de circuito cerrado [estimulación eléctrica cerebral guiada por un algoritmo evolutivo] para afecciones como el Parkinson. Para muchos interesados, este dominio se ha vuelto sinónimo de decodificadores de la corteza motora, como hemos visto con Neuralink y otras firmas. Una especie de portal al cerebro que permite operar un dispositivo informático mediante un implante. Esto es solo un tipo de interfaz cerebro-computadora.
P. ¿Es necesaria la cirugía para todas estas aplicaciones?
R. En realidad, pienso que muchas de estas funcionalidades serán alcanzables sin procedimientos invasivos, utilizando dispositivos portátiles (wearables). No será indispensable un implante para decodificar el habla, por ejemplo.
P. ¿Qué podemos anticipar en los próximos años de un sector en expansión como este?
R. Si consideramos una perspectiva amplia sobre lo que implica aplicar ingeniería al cerebro, podríamos incluso plantearnos: cuando un paciente sufre un accidente cerebrovascular y pierde una porción de su tejido cerebral, ¿sería posible la restauración? Aunque ahí ya estaríamos hablando de tecnología de interfaz-ordenador no convencional.
P. ¿Se está investigando esto ya?
R. Está en fase experimental. Se ha probado en sujetos animales, pero creo que podría llegar a aplicarse en humanos en los próximos años.
P. ¿Cuánto tiempo le falta a PRIMA para obtener el visto bueno de los entes reguladores en EE. UU. y Europa?
R. Ahora mismo estamos inmersos en el proceso de validación en Europa. En Estados Unidos, con la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos), el ritmo es un poco más pausado. Es posible que llegue antes a los usuarios europeos.
P. ¿Cuándo estima que el aparato estará disponible en Europa?
R. Prevemos que estará comercializado a lo largo del próximo año.
Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.















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