Los dos países del sureste asiático, con disputas fronterizas que se prolongan desde hace décadas, protagonizaron cinco días de combates en julio que dejaron 43 muertos y aproximadamente 300,000 desplazados antes de que entrara en vigor una tregua.
El lunes, Tailandia lanzó ataques aéreos en la frontera con Camboya en el marco de nuevos enfrentamientos entre estos dos vecinos, que causaron la muerte de un soldado tailandés y cuatro civiles camboyanos, según fuentes de ambos países.
Los dos países del sureste asiático, con disputas fronterizas que se prolongan desde hace décadas, protagonizaron cinco días de combates en julio que dejaron 43 muertos y aproximadamente 300,000 desplazados antes de que entrara en vigor una tregua.
Este alto al fuego fue ratificado en un acuerdo a finales de octubre promovido por el presidente estadounidense Donald Trump, pero Tailandia lo suspendió semanas después tras la detonación de una mina que hirió a varios soldados.
Desde entonces, ambas partes han reportado escaramuzas esporádicas en la frontera, que se intensificaron el domingo y el lunes.
El ministro de Información de Camboya, Neth Pheaktra, informó sobre cuatro civiles muertos y diez heridos a causa de ataques tailandeses en las provincias de Oddar Meanchey y Preah Vihear.
Las nuevas hostilidades provocaron la huida de miles de civiles en ambos lados de la frontera.
“La aldea nos pidió evacuar y, dado lo ocurrido en julio, obedecí de inmediato”, declaró la tailandesa Tannarat Woratham, de 59 años, quien abandonó el domingo su hogar a pocos kilómetros de la frontera con Camboya.
“Muchos creíamos que el conflicto había terminado. No debería haber ocurrido de nuevo”, lamentó.
La disputa se centra en un desacuerdo centenario sobre las fronteras trazadas durante el dominio colonial francés en la región. Tanto Tailandia como Camboya reclaman la soberanía sobre varios templos antiguos situados en la zona limítrofe.
La Unión Europea solicitó el lunes a ambos países “ejercer la máxima moderación”, mientras que el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, instó a las partes a “renovar su compromiso con el alto el fuego” negociado a principios de este año, informó su portavoz.
Washington, a través de su embajada en Bangkok, recomendó a los estadounidenses evitar cualquier viaje en un radio de 50 kilómetros alrededor de la frontera entre Tailandia y Camboya.
– Ataques “de gran precisión” –
Tras pequeños enfrentamientos en la frontera el domingo, el portavoz del ejército tailandés anunció el lunes el lanzamiento de ataques aéreos contra objetivos militares del país vecino.
“Los ataques son de gran precisión y se dirigen únicamente a objetivos militares a lo largo de la línea fronteriza, sin afectar a civiles”, aseguró Winthai Suvaree en un comunicado.
Según él, esta acción respondió a ataques con armas de fuego de las fuerzas camboyanas que causaron “un soldado muerto y cuatro heridos”.
Por su parte, la portavoz del Ministerio de Defensa de Camboya, Maly Socheata, denunció ataques de Bangkok el lunes por la mañana en Preah Vihear y Oddar Meanchey, y aseguró que las fuerzas de Phnom Penh no respondieron.
En una posterior rueda de prensa, la portavoz señaló que un avión de combate F-16 del ejército tailandés atacó a las unidades camboyanas en Preah Vihear.
Por su parte, el ejército tailandés acusó a las tropas vecinas de disparar cohetes BM-21 contra áreas civiles en la provincia de Buri Ram, aunque no se reportaron víctimas.
En julio, el cese de hostilidades se logró con la mediación de Estados Unidos, China y Malasia, este último en calidad de presidente de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).
Al ser consultado sobre una posible intervención de Trump y el llamado del primer ministro malasio, Anwar Ibrahim, a la diplomacia, el dirigente tailandés Anutin Charnvirakul respondió que nadie debe decirle a su país que “actúe con moderación o que se detenga”.
“Ya superamos ese punto hace mucho tiempo”, insistió el primer ministro. “Si quieren que las cosas se detengan, díganle al agresor que se detenga”, añadió. Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
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