Los caficultores dominicanos instan a los consumidores a “ver la historia detrás de una taza de café”, advirtiendo que, si no se valora esta producción, podría desaparecer un “tesoro” para el país. El cultivo del café no solo sostiene economías rurales, sino que también protege fuentes de agua y la cobertura forestal.
La baja productividad agrícola en zonas montañosas ha impulsado en los últimos años un proceso de sustitución de cultivos tradicionales. Las plantaciones de café han ido cediendo terreno a cultivos como el limón, el aguacate y la chinola, que requieren menos mano de obra y ofrecen retornos más rápidos para los productores, explicaron Florentino de la Rosa, presidente de la Asociación de Caficultores La Esperanza, Los Cacaos, San Cristóbal, y José Joaquín Amador, presidente del Movimiento Campesino Dominicano (MCD).
Advirtieron que este cambio ha traído consigo consecuencias ambientales y sociales, por lo que es urgente rescatar y fortalecer la caficultura nacional. Amador recordó que en San Cristóbal el café es responsable de las aguas de la cuenca del río Nizao y sus afluentes, que comprenden cinco áreas protegidas e incluyen el más amplio complejo de presas del país (Jiguey, Aguacate, Valdesia y el contraembalse Las Barías), que suministran agua al Gran Santo Domingo y provincias aledañas.
“Hay que retomar el camino de la producción y permitir que los caficultores obtengan un margen de beneficio. La sustitución del café por otros cultivos más rentables daña la floresta y afecta la ecología del país”, explicó de la Rosa durante el Encuentro Económico del HOY.
Llamó a que “no se piense en la caficultura como una empresa, sino como un bien nacional. Un sembrador de agua y un protector de la ecología”.
Amador destacó que ya son visibles los impactos de esta sustitución de cultivos en zonas tradicionalmente cafetaleras, como la degradación de los suelos y la afectación directa a los recursos hídricos.
El café, a diferencia de otros cultivos, se produce bajo sombra. Esto implica que convive con árboles maderables y frutales, formando parte integral del bosque y contribuyendo a su conservación, además de permitir la preservación de los suelos.
Servicios ambientales.
Los representantes de los caficultores resaltaron que uno de los principales reclamos del sector es la aplicación efectiva del pago por servicios ambientales, ya que los productores contribuyen a la conservación del agua y los bosques sin recibir compensación, mientras otros sectores se benefician de esos recursos.
Aunque existe un marco legal que contempla este mecanismo, los caficultores denuncian que su implementación ha sido débil y distorsionada, por lo que exigen al Congreso y al Estado la aprobación y ejecución de una ley que garantice un pago real y directo.
También el sector planteó la necesidad de integrar de manera prioritaria a las zonas cafetaleras en los programas de reforestación, especialmente en cuencas estratégicas como la del río Nizao y la subcuenca del Mahomita, donde iniciativas previas han demostrado resultados positivos.
Cambios en los precios.
Amador explicó que en octubre del año pasado el quintal de café costaba RD$8,600 y los 50 kilos, RD$12,500; en diciembre, este último precio subió abruptamente a RD$21,500.
El aumento del precio del producto terminado también repercute en el consumidor. La libra de café pasó de costar RD$265 el año pasado a RD$344 o RD$350 en supermercados. Expresó que los productos que más se benefician de estos precios son aquellos que cuentan con grandes almacenes. Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.










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