(Reuters Health) – Los supervivientes adultos de cánceres infantiles pueden desarrollar enfermedades crónicas graves, pero un estudio sugiere que a muchos no les preocuparía su salud futura.
En una encuesta a 15.620 adultos sobre cáncer infantil y 3.991 de sus hermanos, el 31 por ciento de los sobrevivientes y el 34 por ciento de sus hermanos dijo que no les preocupaba su salud.
Y el 40 por ciento de los supervivientes no se preocupaban por la reaparición del cáncer, como ocurrió con una proporción similar al grupo de hermanos sobre la aparición de futuros tumores.
“Nuestros resultados indican que hay un grupo significativo de sobrevivientes al que no le preocupan sus riesgos futuros, aun entre los sobrevivientes de alto riesgo debido a los tratamientos oncológicos”, dijo el autor principal del estudio, Todd Gibson, del Hospital de Investigación Pediátrico St. Jude, Memphis, Tennessee.
Los avances en los tratamientos oncológicos de los últimos años ayudaron a cada vez más pacientes a superar el diagnóstico, a menudo al transformar una sentencia de muerte en una enfermedad crónica.
Más del 84 por ciento de los niños con cáncer sobrevive por lo menos cinco años y se convierten en sobrevivientes en el largo plazo, según publica el equipo en Cancer. Hoy hay más de 420.000 sobrevivientes en Estados Unidos solamente.
Mejorar las chances de sobrevida también significa que los niños tendrían más riesgo de desarrollar problemas de salud asociados con los tumores o los tratamientos, como cardiopatías, insuficiencia renal y otros tumores.
En el estudio, los diagnósticos oncológicos habían sido entre 1970 y 1999. La mitad de los participantes tenía 26 años o más al momento de la encuesta y la mitad había sobrevivido 17 años o más desde el diagnóstico.
Aunque a los sobrevivientes no les preocupaba su salud futura mucho más que a sus hermanos, eran casi tres veces más propensos a tener una enfermedad crónica.
El 26 por ciento de los sobrevivientes tenía por lo menos una enfermedad crónica grave, discapacitante o que podía causar la muerte, comparado con apenas el 9 por ciento de sus hermanos.
Pero no todos los sobrevivientes pensaban igual sobre su salud y tendían a estar más preocupados sobre el futuro si habían tenido una recaída con el cáncer.
A uno de cada cuatro sobrevivientes le habían diagnosticado nuevos tumores y ese grupo era un 21 por ciento más propenso que sus hermanos a estar preocupados por la aparición de nuevas malignidades. Pero en aquellos sin recaídas, el nivel de preocupación por futuras recaídas era similar a la de los hermanos que no habían tenido cáncer.





