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David Ortiz el héroe de deporte que hizo nacer otro héroe, ó Eliezer Salvador, un héroe diferente, no del gusto de muchos, pero héroe al fin

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Por: Valentín Medrano Peña.

Eliezer Salvador es mi cliente y amigo, no en ese orden, y un súbito acontecimiento inesperado lo sacó de su cotidianidad y de la clandestinidad. El salvó la vida de un astro del deporte y una de las figuras más amadas y respetadas de la media isla de Santo Domingo y de los Estados Unidos. El salvó la vida del inmenso David Ortiz.

Las autoridades policiales y de seguridad, tan dadas a reconocer los actos de heroicidad en sus miembros, bien por rechazar un soborno, por socorrer a una viejita desvalida, o por hacer el trabajo para el que la pagan, se debaten éticamente entre el silencio la mezquindad y la obstrucción. No quieren reconocer que sin el auxilio de Eliezer Salvador, sin su arrojo y disposiciones a tiempo, el Big Papi se hubiera desangrado en la acera de la calle Presidente Vasquez de la zona oriental. Si tan solo hubieran esperado la aparición del servicio de emergencia 911, quizá y sin quizá hoy el futuro salón de la fama no las estuviera contando.

Según muestra un video de un restaurant cercano al altercado, esté prácticamente se abalanza para auxiliar cuando aún el atacante armado está próximo a su víctima, en un acto-reflejo y contra la reacción normal de los comensales que tienden a dispersarse y ausentarse, va hacia el herido, lo ayuda a subir a su auto y lo transporta al hospital donde llega a tiempo para la intervención médica.

Eliezer Salvador tomó una decisión que lo pudo haber llevado a la carcel de por vida, si asumimos que a su edad probablemente no alcance vivir unos sufridos 30 años, y lo hizo consciente del riesgo que asumía. Luego de cargar con el gran deportista y tenerlo en el interior de su vehículo, aprobó el pedido de este de que lo llevara a un centro médico más alejado del hospital más próximo y de otras clínicas cercanas. Tenía que cursar periplo hacia el Distrito Nacional y sabía que si el desenlace final hubiera sido luctuoso tendría una duda reasonable se que cursó una distancia más lejana procurando que el Big Papi se desangrara y muriera.

Complacer al pelotero fue una osadía que pudo costarle caro en un mundo presionado por el afán y el morbo de las condenas se sea o no culpable. Su acción fue altruista, arriesgarse a auxiliar al toletero aún bajo la posibilidad de ser víctima de un disparo, tomar la rápida decisión de no esperar la ayuda del sistema de auxilio para trasladarlo al hospital, y llevarlo a un centro médico lejano corriendo el riesgo de ser enjuiciado y condenado y odiado por siempre como un tristemente célebre asesino de deidades.

Si, Eliezer Salvador es un héroe, no es del color y las facciones y los sabores que quieren los jefes de la seguridad pública o los escribidores de historietas. Pero su acción fue heroica y gracias a ello veremos a David Ortiz subir por sí mismo las escalinatas de la gloria del salón de la fama de Cooperstown.

Y que se sepa que es su habitualidad intentar hacerle el día a los demás bajo la égida de su frase característica “un deseo no cambia nada, una decisión lo cambia todo”, de hecho, un amigo cercano que conoce de su altruismo escribió al respecto: “siempre he sabido que es un héroe lo único que estabas actuando con antifaz y nadie le reconocía, ahora es merecedor del halago de todos porque ya saben quien es el héroe detrás de la máscara”.

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