Para Moise, las prioridades son una reforma constitucional, aduanera y del sector energético, y la informatización de la gestión gubernamental.
Asimismo, para fines de agosto, las protestas por una escasez nacional de combustible se tornaron violentas y han derivado en una presión creciente contra el presidente, que asumió en 2017 luego de una elección que a los ojos de muchos fue fraudulenta.
Las manifestaciones se han multiplicado y en las últimas semanas varios grupos sociales y asociaciones profesionales, incluidos movimientos de artistas y estudiantes universitarios, han tomado a su turno las calles para protestar.
El martes, el último grupo en sumarse a los pedidos de renuncia fueron los católicos, que marcharon rezando por las calles de la capital, Puerto Príncipe.
El diálogo con la oposición está quebrado, y la de por sí débil economía está comenzando a sufrir. Debido a la falta de actividad, muchas empresas, especialmente los hoteles en la capital, han despedido a cientos de trabajadores.
«Es verdad, hay un problema», reconoció Moise. «La gente está harta, exasperada». «Pero debemos ver cómo podemos sacar provecho de esta crisis, cómo hacer de esta crisis una oportunidad», agregó.
Según el presidente, este proceso exige «trascender el yo, sabiduría y serenidad».