Según la Casa Blanca, el decreto afecta a las vacunas “desarrolladas en Estados Unidos” o con “recursos financiados por los contribuyentes” del país norteamericano.
Las farmacéuticas Moderna y AstraZeneca han desarrollado sus vacunas con la ayuda de fondos federales de Estados Unidos, dentro de la llamada “Operation Warp Speed” contra la pandemia de la Casa Blanca, al contrario de Pfizer, que no ha recibido financiación del Gobierno estadounidense.
Sin embargo, Pfizer tiene sede en Estados Unidos, y su vacuna parece entrar en el paraguas del decreto, que insta a garantizar que “los estadounidenses tengan un acceso prioritario” a los preparados desarrollados en el país.
No está claro cómo se traducirá el decreto en la práctica, y la Casa Blanca no ha aclarado si intentaría evitar que las farmacéuticas cumplan los contratos que tienen con otros países, algo que tendría una base legal dudosa dado el carácter multinacional de Pfizer y otras compañías.
Un alto cargo estadounidense insinuó, en declaraciones a periodistas, que el decreto es por encima de todo una medida simbólica para subrayar la doctrina aislacionista de Trump: “Esto reafirma el compromiso del presidente con ‘Estados Unidos primero’”, aseguró la fuente.
Este lunes, varios medios informaron que el Gobierno de Trump rechazó este verano una oferta de Pfizer para comprar dosis adicionales de la vacuna que estaba desarrollando, por lo que la farmacéutica ha adquirido compromisos con otras naciones y podría no generar suficientes para EE.UU. hasta junio de 2021.
A eso se suma la frustración que, según la cadena CNN, siente Trump por el hecho de que el Reino Unido haya aprobado la vacuna de Pfizer antes que Estados Unidos y haya comenzado a administrarla este martes.
“Estamos a pocos días de que la FDA autorice (la vacuna) y los estamos presionando mucho”, aseguró Trump este martes.
El mandatario saliente se atribuyó buena parte del mérito del desarrollo a velocidad “vertiginosa” de la vacuna, al subrayar que su Gobierno hizo una “inversión financiera sin precedentes” que desembocó en “uno de los mayores milagros en la historia moderna”.
A la cumbre en la Casa Blanca no asistieron representantes de Pfizer ni de Moderna, y tampoco se invitó a ningún representante del equipo del presidente electo, Joe Biden, algo que Trump justificó con su negativa a reconocer el resultado de las elecciones.