BBC Mundo.-El escenario político chileno volverá a ponerse a prueba este domingo, cuando miles de votantes acudan a las urnas para elegir en segunda vuelta a sus gobernadores regionales.
En un principio, puede parecer una elección de interés local. Pero lo cierto es que la contienda es observada de cerca por analistas y expertos pues sus resultados pueden incidir fuertemente en el futuro político del país sudamericano.
En los últimos comicios —de constituyentes, gobernadores (primera vuelta), alcaldes y concejales—, realizados a mediados de mayo, postulantes independientes y ajenos a los partidos tradicionales se impusieron con margen frente a los bloques de derecha y de centroizquierda que han gobernado Chile en los últimos 30 años.
En este contexto, la votación del domingo cobra especial relevancia, pues mostrará si ese cambio en las preferencias políticas de los chilenos se mantiene o no.
Y esto es aún más importante si se considera que faltan apenas cinco meses para la elección presidencial, prevista para el 21 de noviembre.
Una de las regiones que genera mayor expectación es la Metropolitana (que incluye la capital, Santiago), donde compite un postulante de centroizquierda y con una vasta experiencia en puestos de poder, Claudio Orrego, contra la candidata apoyada por el Partido Comunista (PC) y por el Frente Amplio (FA) —una coalición de izquierda que irrumpió hace un par de años y que ha desafiado la hegemonía de los pactos tradicionales—, Karina Oliva.
A esta contienda se le denomina la «batalla de Santiago».
¿Volverán a triunfar los independientes y los nuevos liderazgos frente a los representantes de partidos tradicionales? ¿Continuará creciendo la preferencia por candidatos de una izquierda más radical en desmedro del centro?
Estas son algunas de las interrogantes ante el sufragio de este fin de semana en Chile.
Gobernadores electos
Esta es la primera vez que los gobernadores son electos de manera directa por los ciudadanos, lo que plantea un cambio histórico en la estructura política del país.
Anteriormente, existía la figura del «intendente»,que era designado por el presidente de turno.
Ahora, el nuevo líder regional —que asumirá el cargo el 14 de julio y se mantendrá en el durante cuatro años— se convertirá en un contrapeso importante para el mandatario al tener una representación popular, y contará con atribuciones clave para la toma de decisiones en el área que represente.
«La importancia de esta elección es la democratización de los gobiernos regionales, no solamente desde el punto de vista ciudadano, sino también desde el propio sistema político, porque se incorpora un nuevo actor que, sin duda, va a ser un contrapeso al gobierno central», explica la politóloga de la Universidad de Santiago, Pamela Figueroa.
Por esta razón, para los candidatos presidenciales es de suma importancia quién salga elegido.
Además, los comicios previos a los presidenciales históricamente han sido una especie de «termómetro» para medir las preferencias políticas de los chilenos.
Por eso es que expertos aseguran que si la balanza queda inclinada hacia la izquierda en los gobernadores, los candidatos al sillón presidencial de ese bloque podrían salir más beneficiados, y viceversa.
«Los distintos conglomerados van a demostrar su capacidad de movilizar y convocar a las personas para esta segunda vuelta de gobernadores. Y quienes ganen la elección quedarán mejor posicionados para dar el puntapié inicial a la campaña presidencial», dice Figueroa.
La «batalla de Santiago»
El caso más emblemático es el de la región Metropolitana, donde hay más de seis millones de personas habilitadas para votar, lo que representa casi un tercio de padrón electoral total.
Claudio Orrego es respaldado por la carta presidencial del Partido Socialista (PS), Paula Narváez, y la de la Democracia Cristiana (DC), Yasna Provoste. Aunque esta última aún no ha confirmado su interés por una candidatura, su buen posicionamiento en las encuestas ha provocado que varios líderes ya la consideren como tal. Orrego, además, milita en la DC.
Mientras, Karina Oliva ha recibido el apoyo explícito del candidato a la presidencia del PC, Daniel Jadue(quien es de los mejores posicionados en las encuestas), y del Frente Amplio, Gabriel Boric.
«Si Orrego gana, es una buena noticia para Provoste y para el sector de la izquierda tradicional, pues podrán clamar que la gente está a favor de sus propuestas y no de la izquierda extrema», dice el cientista político, Kenneth Bunker.
También podría darse el escenario de que la derecha —que sorpresivamente quedó fuera de esta competencia—se vuelque a apoyar a Orrego.
«Quizás alguien podría decir de que si gana Orrego es porque la derecha se asustó y votó en masa por él, de la misma manera en que la derecha podría votar por Yasna Provoste para evitar que Jadue llegue al poder», explica Cristóbal Bellolio, doctor de filosofía política y académico de la escuela de gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez.
Al contrario, si Oliva triunfa, los especialistas dicen que sería un escenario «ideal» sobre todo para Jadue,pues el PC ya ganó la alcaldía de Santiago con Hirací Hassler en mayo.
«Si Karina Oliva gana la gobernación, sería interesante porque el PC tendría a la alcaldesa de Santiago y, como aliada, a la gobernadora de la región Metropolitana. Yo diría que para Jadue es un escenario ideal», dice Bellolio.
La importancia del triunfo de los líderes regionales también radica en la exposición que estos tendrán en los meses previos a las presidenciales.
«Los gobernadores van a tener más cercanía con la gente, van a tener una plataforma que puede beneficiar mucho a los candidatos», afirma Bunker.
Esto puede eventualmente convertirse en una desventaja importante para los candidatos del bloque de derecha Chile Vamos (actualmente en el poder), que no solo quedó marginado de la competencia en la Metropolitana sino que también de otras seis regiones.
La coalición gobernante tiene los ojos puestos en las nueve regiones donde tiene candidatos, tres de las cuales son especialmente relevantes: Arica, Los Ríos y Coquimbo.
Si no llegara a ganar en ninguna, se reforzaría la debacle electoral sufrida en mayo por la derecha y repercutiría inevitablemente en sus aspiraciones presidenciales.
«Réplica» del estallido social
Pero más allá de la preferencia por la izquierda, el centroizquierda o la derecha, lo que será es una elección entre liderazgos tradicionales, considerados parte del establishment, y rostros nuevos y rupturistas, que plantean un cambio profundo al Chile de los últimos 30 años.
Lo que no hay duda es que los resultados de estos comicios estarán fuertemente influenciados por una reformulación del sistema político electoral chileno que viene desde el estallido social.
En las protestas, resonó con fuerza un discurso en contra de la clase política en general y de las élites en particular.
Además, cuestiones como la justicia social, la desigualdad y la discriminación se tomaron la agenda, cambiando el eje de la discusión.
Así, afloraron los apoyos a las candidaturas independientes y a los nuevos liderazgos, algo que se vio reflejado en los comicios de mediados de mayo.
Esta vez, varios de los candidatos a gobernadores se autodenominan independientes e intentan desvincularse de los bloques políticos tradicionales (a pesar de que muchos están siendo apoyados por ellos).
«Lo que pasó con las elecciones del 15 y el 16 de mayo es una réplica del estallido social. Varios de los elementos discursivos que estuvieron presentes en el estallido, como la antipolítica, antiélite, antiestablishment, tuvieron un correlato electoral. Lo que vamos a ver ahora, con la segunda vuelta de gobernadores, es si esa réplica sigue ejerciendo su influjo», explica Cristóbal Bellolio.
Por su parte, también Bunker afirma que en estas elecciones se verá una competencia entre «la política tradicional y la nueva política».
«La apuesta de ese sector nuevo es asociar a los políticos tradicionales con un sistema excesivamente complaciente y corrupto del cual ellos no forman parte», señala.
En el caso de la región Metropolitana, Karina Oliva —que representa un liderazgo nuevo y joven, y se autodenomina feminista y «mujer popular»—, ha marcado distancia con Claudio Orrego diciendo que él forma parte de «los mismos de siempre» y que su proyecto se parece más al Chile «preestallido social».
La representante del Frente Amplio ha centrado su discurso en el fortalecimiento de la «dignidad de la gente», una demanda clave durante las manifestaciones.
Por el contrario, Orrego hace énfasis en su larga experiencia en cargo públicos, desde alcalde de una de las comunas más populares de Chile, Peñalolén, hasta intendente y funcionario de gobierno. «Nosotros sumamos algo que Oliva no tiene, la experiencia de gobernar», ha dicho el candidato de centroizquierda.
Sin embargo, el escenario no esta fácil para Orrego: a pesar de que al comienzo todos los analistas apostaban por su triunfo, la popularidad de Oliva ha aumentado considerablemente. Y algunas encuestas han pronosticado su victoria.
«Nadie duda, desde el punto de vista de las competencias, que él está mejor preparado. Pero pareciera que estar mejor preparado, o tener un programa más completo, no es hoy día lo más definitorio», dice Bellolio.
El resultado —leído por expertos como un «castigo» al establishment— causó una enorme sorpresa y desafió todas las predicciones que había hasta ese momento.
Para muchos, la nación liderada por Sebastián Piñera «cambió» y, según analistas, gran parte de este fenómeno se explica gracias a lo que se conoce como el «estallido social» que comenzó en octubre de 2019.