Primero, Rojas cumplió consigo misma: asegurar la presea dorada; luego trabajó para el espectáculo: adiós a los 15.50. ‘La verdad es que todos quedaron satisfechos’, dijo sonriente en la zona mixta.
Demoró muchísimo en llegar a ese espacio reservado para los periodistas, pero ya ahí, amable y elocuente, afirmó: ‘Ahora mismo soy la chica más feliz el planeta. Ser campeona era el sueño y también la mejor marca de la historia. No hay palabras para describir el momento. Me siento en las nubes’.
Cuando la ucraniana Inessa Kravets logró en 1995 -el 10 de agosto- la primacía que perduró hasta este domingo, Rojas aún no había nacido en Caracas y sus 25 años de edad son inferiores a la vida útil que tuvo un resultado catalogado muchas veces de ‘imposible’.
¿Imposible?, se preguntó la venezolana antes de espetar: Hemos trabajado para ser mejores cada día. El esfuerzo no fue en vano y no nos conformamos, existen metas a pesar de esta jornada de ensueño.
Ella habla en plural porque tiene en un altar a su entrenador, el cubano Iván Pedroso, leyenda del salto de longitud, quien le aconsejó horas antes del evento que centrara sus deseos en ganar, ‘el récord llegará solo’.
También saltó con la idea de convertirse en la venezolana número uno en reinar bajo los cinco aros. De hecho, solo tres connacionales suyo poseen ese logro: el boxeador Francisco ‘Morochito’ Rodríguez (México 1968), el taekwondoca Arlindo Gouveia (Barcelona 1992) y el esgrimista Rubén Limardo (Londres 2012).
‘Siempre tuve presente ese detalle. Un viejo anhelo y me daba fuerza para salir adelante y poner mi granito de arena en esta lucha para empoderar a las mujeres’, refirió la plateada en Río de Janeiro 2016.
Con esa alegría y carácter enérgico que siempre exhibe, la espigada atleta, de 1.92 metros, dejó claro que ‘hoy se materializa la nueva era de Yulimar Rojas’ y reiteró que ‘vamos por los 16 metros, queda poco y cada vez estoy más convencida que llegaré’.
