«Si alguien tiene dudas todavía, si por casualidad no votó (en la primera ronda del 2 de octubre), no hizo la biometría derecha, puede hacerla. Lulinha (en referencia a su persona) está loco para tener un voto más», afirmó el abanderado del Partido de los Trabajadores (PT) en Salvador, capital del estado de Bahía (nordeste).
En ese territorio, Lula encabezó una caminata al lado de líderes políticos y del pretendiente al gobierno estadual Jerônimo Rodrigues, del PT.
Señaló ante simpatizantes que solo tiene sentido su retorno al gobierno para poner fin a las desigualdades que enfrenta el país y recuperar la capacidad del pueblo para vivir decentemente.
Aludió al hecho de que pocas personas ganan mucho y otras muy poco, y responden por el 68 por ciento del Impuesto de Renta recaudado en el gigante suramericano.
Por eso, aboga por una reforma tributaria progresiva y exención para quien gana hasta cinco mil reales (cerca de mil dólares) al mes.
Lula lamentó la situación de pobreza en Brasil y el hecho de que el mundo produzca suficiente comida para alimentar a la humanidad, pero 900 millones de personas pasan hambre.
Específicamente, citó el Día del Niño, celebrado el 12 de octubre, y llamó a cambiar el hecho de infantes que este miércoles no tuvieron desayuno para tomar, otros tantos sin consumir proteínas necesarias en el almuerzo y otro contingente dormirá sin tener el alimento para comer.
Recordó que Brasil ya fue la sexta economía del mundo, tuvo protagonismo internacional y demostró ser posible aumentar el salario mínimo, tener bajos intereses, generar empleo, pagar un salario digno y poner a los niños y niñas de la periferia en las universidades.
Anteriormente, en horas matutinas, Lula afirmó en el Complejo Alemán, zona de favelas en Río de Janeiro, que el Estado debe resolver los problemas de las comunidades.
«Ese país volverá a decir que no va a ser la policía la que resuelva los problemas en la comunidad. Quien resuelve los problemas de la comunidad es el Estado», que debe «hacer lo que tiene que hacer, trayendo educación, salud, ocio y cultura» a los residentes, subrayó.
La Justicia Electoral confirmó que el expresidente ganó la primera vuelta, con un 48,43 por ciento de los votos, frente al mandatario de tendencia ultraderechista Jair Bolsonaro, quien ambiciona reelegirse por el Partido Liberal y alcanzó un 43,20.
Ninguno de los aspirantes al poder logró en ese primer turno la mayoría absoluta de votos, es decir, más de la mitad de los válidos (excluidos blancos y nulos), como establece el código brasileño para ser electo.