La mayoría de las estaciones de servicio en esta capital se encuentran cerradas y las que funcionan pueden vender el combustible hasta un 40 por ciento más que el precio oficial con la excusa de que las empresas petroleras exigen el pago de los hidrocarburos en dólares.
Un año y medio después de que el sector privado se hiciera cargo de toda la cadena de los combustibles, las crisis son cada vez más prolongadas y recurrentes.
Actualmente, las cinco grandes compañías petroleras que importan reclaman a las estaciones que abonen en divisas los productos por la falta de dólares en el sistema bancario, lo cual empujó a muchos surtidores a cesar las operaciones.
El Gobierno se mantiene en silencio ante el nuevo desabastecimiento, pese a que prometió en septiembre la venta regular de los combustibles y retiró el subsidio del rubro lo cual duplicó los precios de la gasolina.
La crisis también afectó otros apartados como el de la transportación que aumentó considerablemente sus costos, mientras el país carece de servicios estatales para la movilidad de pasajeros.
De igual manera, los alimentos aumentaron sus precios en momentos en que casi la mitad de la población sufre inseguridad alimentaria, de acuerdo con datos de Naciones Unidas.
En el último año el desabastecimiento de combustibles se agravó en la nación caribeña y el bloqueo durante dos meses de la principal terminal petrolera por las pandillas empeoró la situación.
A los carburantes se suma la inseguridad, responsable de miles de muertes en 2022, inestabilidad política, recesión económica y un descontento generalizado entre la población.