INFOBAE.- El impacto de la quiebra en Estados Unidos del Silicon Valley Bank (SVB) y de Signature Bank y del colapso del Credit Suisse en Suiza también se ha dejado sentir en Brasil. Aunque el Ministro de Economía, Fernando Haddad, intentó tranquilizar al mercado nacional declarando que “la crisis no tiene por qué ser sistémica” y que no será un Lehman Brothers 2, la bolsa brasileña cayó un 1,5% la semana pasada, cerrando el viernes en su nivel más bajo en siete meses. El dólar también se apreció un 1,19%, cerrando el viernes a 5,28 frente al real.
En enero, Brasil se vio afectado por otro escándalo financiero, la quiebra de Lojas Americanas tras el descubrimiento de un agujero de 43.000 millones de reales (8.300 millones de dólares). Sólo las próximas semanas revelarán el alcance de esta nueva crisis bancaria internacional y sus repercusiones en Brasil.
De hecho, las nuevas empresas brasileñas guardaban más de 10 millones de dólares en el SVB, que utilizaban principalmente para recibir inversiones extranjeras. El SVB también era conocido en todo el mundo por su compromiso con las startups ecológicas, más de 1.500, que desarrollan soluciones a la crisis climática en ámbitos como la energía solar, el hidrógeno y las baterías limpias.
Esta semana también será crucial para la economía de Brasil, ya que Lula, antes de partir a China el 26 de marzo, anunciará en detalle la nueva regla fiscal también llamada “arcabouço fiscal” que sustituirá al “techo de gastos”, una regla impuesta por el gobierno de Michel Temer para sanear las cuentas públicas tras la recesión del anterior gobierno de Dilma Rousseff, que acabó con un impeachment en 2016.
El asunto suscitó debates y preocupaciones después de que el Congreso votara a finales de diciembre la Propuesta de Enmienda Constitucional (PEC), que prevé una ampliación de los gastos en 169.100 millones de reales, unos 32.000 millones de dólares.
Para los expertos, no es una buena señal que Brasil no pueda mantener la misma regla fiscal a lo largo de los años, sino que la cambie según los vientos de la política. Chile, por ejemplo, tiene la misma regla desde hace 22 años. La idea detrás del ancla fiscal de Brasil en 2016 era mantener constante el gasto público, es decir, el gobierno puede aumentar el gasto respecto al año anterior pero solo por la variación de la inflación registrada en los últimos 12 meses.