(AP) — Los haitianos se muestran escépticos ante la oferta de Kenia para dirigir una fuerza policial internacional destinada a combatir la violencia de las pandillas que ha asolado la nación caribeña.
Los abusos sexuales y el devastador brote de cólera que acompañaron a las fuerzas extranjeras en las últimas décadas no inspiran demasiada confianza. Pero los haitianos sostienen que el derramamiento incontrolado de sangre deja muy pocas opciones más.
Florence Casimir, una maestra de primaria, dijo que aunque las intervenciones internacionales pasadas han perjudicado a Haití, sus abusos no se comparan con la brutalidad de las bandas, que secuestran a sus alumnos y obligan a sus padres a pagar cuantiosos rescates.
“Nunca será mejor (que las intervenciones pasadas), pero en este momento la población haitiana no tiene elección”, afirmó Casimir. “El pueblo haitiano no puede luchar solo”.
Kenia se ofrecido a enviar 1.000 agentes para ayudar a formar y asistir a la sobrepasada policía haitiana y señaló que su objetivo es “restaurar la normalidad en el país”. Esta semana, Estados Unidos dijo que presentará una resolución ante el Consejo de Seguridad de la ONU para autorizar la fuerza.
“Esta no es una fuerza de mantenimiento de paz tradicional”, apuntó la embajadora estadounidense ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, en una conferencia de prensa.
La propuesta de Kenia ha generado debate entre los haitianos ya que muchos desconfían de las intervenciones internacionales tras los fracasos y los abusos cometidos por los integrantes de estas fuerzas durante décadas.
Los haitianos fueron testigos de varias rondas de intervenciones extranjeras durante el siglo XX que a menudo eran la respuesta de países como Estados Unidos a la inestabilidad política en la nación caribeña. Algunas de estas misiones ayudaron a aliviar el caos y, en la década de 1990, derivaron en la creación de la Policía Nacional Haitiana.
Pero los éxitos suelen verse empañados por las cicatrices de los abusos perpetrados por esos mismos operativos que arrastra la población.
Una misión de mantenimiento de paz de la ONU desplegada entre 2004 y 2017 estuvo plagada de denuncias de abusos sexuales masivos, incluyendo la denuncia de que integrantes de la misión violaron y dejaron embarazas a niñas de apenas 11 años. Investigaciones de The Associated Press hallaron evidencias de altos niveles de impunidad.
En 2010, un vertido de aguas fecales procedente de un campamento de los cascos azules llegó al principal río del país y provocó una epidemia de cólera que mató a cerca de 10.000 personas.
“Esto dejó un sabor amargo en la boca de la población haitiana”, aseguró Valdo Cenè, que vende gas para cocinar. “Traer fuerzas internacionales podría significar repetir nuestra historia”.
Esta fuerza policial internacional podría no ser una fuerza de la ONU. Si se despliega, la policía keniana estaría a cargo en lugar de responder ante un comandante de las fuerzas de la ONU, como ocurre en las misiones tradicionales.
El primer ministro haitiano dijo el martes que habló con el presidente de Kenia, William Ruto, para agradecer al país la “demostración de solidaridad fraternal”. Según Henry, Kenia tiene previsto enviar una fuerza especial en las próximas semanas para evaluar los requisitos operativos de la misión.
Pero los haitianos no son los únicos que cuestionan el plan. Los grupos de monitoreo están llamando la atención sobre el historial de abusos de los derechos humanos de la policía de Kenia e indican que podría exportar esas conductas.
Desde hace tiempo, se acusa a la policía de la nación de África oriental de asesinatos y tortura, como abatir a disparos a civiles durante el confinamiento contra el COVID-19. Un grupo local apuntó que los agentes mataron a tiros a más de 30 personas durante protestas en julio, todas ellas en los vecindarios más pobres del país.
Louis-Henri Mars, director de Lakou Lapè, una organización popular haitiana de mantenimiento de la paz, se hizo eco de esas preocupaciones.