Rachel, EE UU, 15 de agosto (EFE) – Unas furgonetas negras vigilan las 24 horas del día una carretera empedrada en las montañas de Nevada (EE UU), donde coyotes y antílopes campan a sus anchas.
Hace diez años, el Ministerio de Defensa confirmó su existencia y afirmó que había sido utilizado como campo de entrenamiento por las Fuerzas Aéreas estadounidenses desde 1955, pero este anuncio llegó demasiado tarde, ya que unos 50 aficionados a los ovnis ya se habían trasladado a un pueblo cercano en la década de 1990.
En el pueblo, llamado Rachel, apenas quedan casas remolque y casas prefabricadas, y está poblado principalmente por estadounidenses jubilados que habían descubierto la ubicación de la base y creían que el gobierno estaba analizando restos de ovnis en ella.
En Rachel, en una cinematográfica autopista extraterrestre a dos horas y media de Las Vegas y a unas decenas de kilómetros en línea recta, el nombre de David Grouch se repite en las conversaciones de los vecinos. Se trata de un antiguo oficial de inteligencia de las Fuerzas Aéreas que el 26 de julio afirmó en el Parlamento que el Gobierno había ocultado durante años pruebas de la existencia de aeronaves extraterrestres y “restos biológicos no humanos”.
Grouch no es una figura nueva. ‘Para quienes no crean en la existencia que nos visita, pasen una noche aquí. Verán lo inimaginable’, dijo a EFE Michael, gerente de Rachel’s Little A Lane, un bar y motel situado a 32 km de la base de Groom Lake.
Sin embargo, la comparecencia de Grush como miembro del Subcomité de Seguridad Nacional, promovido por demócratas y republicanos, no tenía precedentes en la Cámara de Representantes de EEUU.
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Jamie, un vaquero de 50 años, llegó al bar del pueblo, pistola en mano, después de un día en el rancho, como permite la ley de Nevada.
¿Cuánto tiempo lleva la gente diciéndonos que somos bichos raros? explicó a EFE Jamie, que se trasladó a Rachel tras investigar el “Incidente de Roswell” en 1947, cuando un objeto desconocido se estrelló en una granja de Nuevo México.
El supuesto incidente extraterrestre no atrajo demasiado la atención, pero el asunto adquirió una dimensión inusitada en 1978, cuando el físico nuclear Stanton T. Friedman y otros investigadores completaron un estudio en el que sugerían que el gobierno estadounidense había ocultado restos del impacto de Roswell por razones de “seguridad nacional”.
Siguió un prolongado debate público, que se intensificó después de que el Ministerio de Defensa admitiera en 2017 que había estado trabajando durante una década en un “programa avanzado de identificación de amenazas aeroespaciales” para investigar objetos voladores de origen desconocido.
Según el MoD, el reconocimiento de la existencia de estos fenómenos aéreos, que han sido avistados 650 veces en lo que va de año, ha dividido las posturas entre la hipótesis extraterrestre y quienes afirman que se trata de aviones, globos o radares de los servicios de inteligencia de grandes potencias como China y Rusia. ‘Rosie, una turista de Tennessee, habló con EFE desde el único motel de Rachel.
Como ella, 55.000 personas visitan el pueblo cada año, tratando de acercarse lo más posible al Área 51, aprovechando que el capitalismo prospera en uno de los secretos mejor guardados del mundo, fabricando todo tipo de souvenirs y llevándose a casa chapas con forma de extraterrestres y camisetas de naves espaciales.
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El conflicto sobre los ovnis se ha agudizado tanto en los últimos años que, según una encuesta de Gallup, se calcula que 135 millones de estadounidenses apoyan ya la hipótesis extraterrestre en 2021.
Las repercusiones se han extendido a la comunidad científica estadounidense, con personalidades como Avi Loeb, catedrático de Física Teórica de la Universidad de Harvard, declarando abiertamente que “civilizaciones extraterrestres están intentando establecer contacto con la humanidad”. Según Loeb, el testimonio de Grouch podría “ofrecer nuevas posibilidades” si él y otros dos testigos (el ex comandante de la Marina David Flaber y el ex piloto Ryan Graves) aportan “pruebas concluyentes”.
En el otro extremo se encuentra Seth Shostak, astrónomo de la Search for Extraterrestrial Intelligence (Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre), una organización científica promovida originalmente por Carl Sagan y financiada por la NASA.
Este investigador argumentó que se han realizado investigaciones para detectar posible “vida extraterrestre”, pero que la idea de restos biológicos no humanos mencionada por Grusch era “ridícula”.
“¿Los ovnis y los extraterrestres sólo interesan a Estados Unidos, o todos los países están confabulados?”, se burló Shostak.
Al caer la noche, las advertencias del camarero Michael resonaron en las montañas que rodeaban a Rachel. ‘En Estados Unidos puedes creer en los ovnis, puedes cuestionar al gobierno. Pero, ¿quién tiene la culpa de no ser patriota?
Guillermo Azabal.
Por: efe’.