Glendale — La idea, popularizada por el grupo musical de los 80 Missing Persons, de que «nadie camina en Los Ángeles» parece cierta hasta que no lo es. Hay muchos lugares por los que pasea gente de toda condición, y casi todos los barrios están frecuentados por gente de clase trabajadora y sin techo. Pasear por Los Ángeles es experimentar la ciudad con menos inversiones.
Una ambiciosa instalación en la ciudad de Glendale, en el condado de Los Ángeles, requiere el uso de carreteras asfaltadas. La muestra la presenta técnicamente la galería Chateau Chateau, en el Fashion District de Los Ángeles, pero debido a la naturaleza de la obra (pavimento totalmente recreado), se presenta en el estudio del artista.
Según un editorial reciente de Los Angeles Times, «Los Ángeles ha recibido más de 1.700 reclamaciones y 1.020 demandas por lesiones en el pavimento en los últimos cinco años, y ha pagado más de 35 millones de dólares en indemnizaciones». El artículo señala que una reciente auditoría municipal demostró que, dependiendo del ritmo de las reparaciones, podrían pasar siglos antes de que los pavimentos sean seguros y lisos.
Aunque el pavimento de la ciudad deja mucho que desear, siempre ha sido un patio de recreo para los artistas. Las zonas con mayor concentración de artistas, como el Distrito de las Artes y Silver Lake, tienen densas concentraciones de plantillas pintadas con spray en las aceras. Connor ha ido un paso más allá y ha convertido las aceras en obras de arte.
Originario de Nueva Zelanda y residente en Los Ángeles desde hace 15 años, Connor ha dedicado tiempo a indexar y reproducir las aceras de la zona del Centro Cívico (Government District), en el centro de Los Ángeles. Pequeños detalles, como baches y grietas, apuntan hacia el Cardenal en su ubicación original.
Aparte de los informes sobre el abandono del pavimento por parte de las autoridades municipales, la zona del Centro Cívico suele ser la mejor prueba de que Los Ángeles se diseñó originalmente para ser transitable a pie antes de la llegada de la cultura del automóvil.
Más allá del simbolismo, sin embargo, está la tecnología. Algunas son de hormigón o asfalto, otras de resina o cera. El suelo tiene de todo, desde grietas y fisuras hasta pequeños trozos de envoltorio de caramelo. Las tapas de alcantarilla parecen conducir a un mundo subterráneo, y los arañazos y grabados de las desgastadas infraestructuras cívicas cuentan en realidad la historia de una ciudad por la que mucha gente transita a diario, ya sea como parte de su vida y su sustento o para dar un paseo casual.
El nombre de la instalación, «Sendero continuo», subraya su continuidad con la acera. Cuando salí a la calle, empecé a prestar especial atención al suelo que pisaba durante el resto del día.