Santo Domingo, 22 sep (EFE) – La República Dominicana y Haití seguían estancadas este viernes en torno a la construcción de un polémico canal en la frontera del río Masacre, una semana después de que Santo Domingo cerrara todas las fronteras con su vecino. La situación continúa, causando importantes perjuicios económicos a ambas partes.
Mientras tanto, la situación a lo largo de la frontera, incluido el principal paso fronterizo de Dajabón (noroeste de República Dominicana), se mantiene en calma, y el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas dominicanas, mayor general Carlos Antonio Fernández Onofre, aseguró el viernes en una declaración a los medios que la frontera se está gestionando de forma pacífica y que no existe ninguna amenaza.
Desde que la República Dominicana cerró sus fronteras terrestres, marítimas y aéreas con Haití a las 06:00 hora local (10:00 GMT) del 15 de septiembre, lo que provocó un bloqueo del comercio bilateral, no se ha producido ningún avance y las posturas se han ido distanciando cada vez más.
Al principio de la crisis, el Gobierno haitiano se distanció del proyecto, que es una iniciativa privada sin apoyo público, pero ahora el Ejecutivo ha decidido apoyar la construcción del polémico canal, afirmando que debe seguir adelante.
El canal debe construirse. Sí, hay que hacer esfuerzos para que el agua llegue bien al canal. En nombre del Gabinete, que defiende ‘el derecho de Haití a beneficiarse de forma equilibrada de los recursos que comparte con su vecino dominicano’, el Ministerio de Agricultura declaró el jueves.
Por estas razones, y por la exigencia del Gobierno dominicano de que se detengan las obras antes de las conversaciones, es poco probable que se reanuden las conversaciones bilaterales.
El diálogo se suspendió el jueves 14 de septiembre, cuando el presidente dominicano, Luis Abinader, anunció que la frontera se cerraría por última vez al día siguiente. Justo en ese momento se celebraba en Santo Domingo una reunión de la comisión bilateral destinada a resolver la situación mediante el diálogo.
El Gobierno dominicano, que considera que el canal incumple los tratados bilaterales, ha puesto como condición para este diálogo que, como reiteró Abinader en su discurso ante la Asamblea General de la ONU el pasado miércoles, «un pequeño grupo de haitianos (…) y pequeñas élites económicas y políticas que se benefician de la venta de agua a los pequeños productores de la región» mediante el «trasvase ilegal» de agua.
Aunque no hay acuerdo, las obras del canal avanzan y miles de haitianos abandonan cada día la República Dominicana y regresan a sus países.
Aunque no hay cifras oficiales, se repiten a diario escenas de gran número de personas con sus equipajes esperando la apertura temporal de la frontera (sobre todo en Dajabón) para abandonar territorio dominicano. Además, los haitianos indocumentados están siendo deportados.
Otro problema importante afectado por el cierre de la frontera es el activo comercio entre los dos países. Especialmente cerca de la frontera, solían abrirse mercados bilaterales varios días a la semana, en los que haitianos y dominicanos intercambiaban todo tipo de mercancías. En respuesta, el gobierno dominicano ha adoptado medidas para tratar de minimizar el impacto, como la reestructuración de la deuda, préstamos a interés cero, comercialización de los productos no vendidos por parte de las autoridades públicas y racionamiento en los comedores económicos para maximizar la disponibilidad de alimentos y evitar la corrupción.
Estos impactos negativos en ambas partes fueron advertidos en su momento por el experto en derechos humanos de la ONU en Haití, William O’Neill, quien pidió a la República Dominicana que reconsiderara el cierre de la frontera, pero Abinader anunció que mantendría esta medida «mientras fuera necesario».
Pero, sobre todo, el pueblo haitiano será el más afectado, ya que el 43% sufre inseguridad alimentaria y casi el 50% necesita ayuda humanitaria EFE».
