Huelva, 23 Sep (EUROPA PRESS) -.
Cinta Salvaterra, vecina de Huelva, padece el síndrome de neuralgia vulvar y ha iniciado una recogida de firmas para que el Congreso de los Diputados «investigue más» sobre esta enfermedad. La enfermedad es una neuropatía periférica adquirida poco frecuente que se caracteriza por un dolor neuropático crónico que afecta a las zonas sensoriales de los nervios púbicos que van desde el clítoris hasta el ano o desde el pene hasta el ano.
Según ha explicado Salvatella a Europa Press, su petición incluye también la revisión del grado de incapacidad que se concede a las personas que padecen esta enfermedad, «asociada a un dolor constante y brutal», ya que el grado que se concede actualmente es «muy bajo». Para obtener una respuesta del Parlamento, la petición necesita 1.500 firmas de apoyo del público, y explicó que espera que la iniciativa ayude también a «concienciar sobre esta enfermedad rara».
Cinta, de 39 años, ha vivido con el síndrome desde los 24, cuando empezó a experimentar «mucho dolor y sensación de quemazón en la vagina y el ano». Además, sufría «infecciones recurrentes», pero cuando se sometió a pruebas para poner fin a estas infecciones, «las cifras fueron negativas».
«Tenía una sensación como de aguja al orinar, como si tuviera una infección de vejiga. En resumen, fue una época horrible. Fui a todos los ginecólogos e intenté obtener respuestas. Todo lo que los médicos podían decirme era que mis síntomas eran imaginaciones mías y que estaban relacionados con algo psicológico. Pero yo les decía que el dolor era real y que no podía habérmelo inventado. No tenía remedio», explica Cinta.
Su historia de padecimiento de esta enfermedad está vinculada a la plataforma Osoigohttps://bit.ly/3Ld3FYAから、この請願書に署名することを決めた人なら誰でも読むことができる。.
Esta onubense explica que ‘el dolor era brutal’ y ‘directamente sin vida’ hasta que le diagnosticaron la enfermedad. ‘El dolor era constante y encima no podía ni tener relaciones sexuales porque me volvía a doler’. Hubo días en los que pensó que iba a «morir» debido al «dolor tan intenso que sólo podía suponer que estaba causado por algo malo».
Por eso, cuando le diagnosticaron la enfermedad, se sintió «aliviada» porque «ya no tenía que demostrar a la sociedad que no me lo estaba inventando». Desde entonces, Cinta empezó a tratarse en una unidad del dolor de Madrid, pero como «es privada», tuvo problemas porque «cuesta unos 300 o 400 euros por tratamiento», y acudió allí durante «ocho o nueve años», pero tenía que ir y volver el mismo día por motivos de trabajo y porque «el dolor era tan fuerte que me daba miedo volver a casa».
Más tarde, «después de muchos años», le trasladaron a una unidad de tratamiento del dolor en Huelva, desde donde le derivaron a Sevilla e iniciaron un bloqueo ganglionar.
‘Últimamente hago bloqueos pudendos, pero me duelen porque me tocan mucho. Ahora no puedo tocarme el coxis, así que me estoy planteando utilizar otra técnica. Sigo sintiendo ardor en la vagina y el ano, así como dolor en las nalgas y las piernas», prosigue.
En este punto, Cinta subraya que «cuando alguien con esta dolencia está en crisis, no puede esperar dos años a que le llamen de la unidad del dolor» y lamenta que «sólo los que sufrimos sabemos lo que es tener un dolor tan intenso que ningún medicamento puede aliviar». Es como una descarga eléctrica desde la parte superior de la cabeza hasta los dedos de los pies». Actualmente se encuentra en una situación de crisis que se produce una vez al mes y que puede durar desde unos días hasta varias semanas.
Por estos motivos, esta onubense reclama una «revisión del grado de discapacidad certificado» para las personas con este síndrome.
Por ello, también quiere que el Gobierno ayude económicamente a las personas con esta enfermedad que tienen que acudir a sesiones de tratamiento, fisioterapia y psicólogos ‘para mejorar’ y ‘porque una visita al año no les soluciona el dolor’, tienen que acudir a ‘posibles reconocimientos médicos’ que no cubre la Seguridad Social, pero ‘nadie les da ayuda económica’, pero ‘nadie . . no da ayuda económica», por lo que pide que se dé ayuda económica a las personas con esta enfermedad.
Por último, cree que la gente acude a ella en busca de consejo «porque necesitan pensar que alguien les va a ayudar en una situación desesperada» y que «hace falta más conocimiento y comprensión por parte de los profesionales sanitarios hacia los pacientes». En este sentido, lamenta que algunos traten a los pacientes «como locos» o «les den ibuprofeno y se vayan».
Por último, Cinta Salvatella explica que no sólo tuvo un hijo por cesárea, sino que también sufrió «dolores terribles», lo que le ha permitido cumplir su «sueño» de ser madre hasta el día de hoy, aunque le costó «la misma vida».