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Concha Monje: ‘Si el robot es blando, no es frío ni seguro’

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Nació en 1977 en Badajoz. Actualmente es profesora en la Universidad Carlos III de Madrid, donde investiga en el Grupo Robotics Lab. Fue asesor científico de la película Autómatas. Usted es exper.

Nació en 1977 en Badajoz. Actualmente es profesora en la Universidad Carlos III de Madrid, donde investiga en el Grupo Robotics Lab. Fue asesor científico de la película Autómatas.

Usted es experta en robótica, ¿tiene algún robot en casa?

No, ninguno. No tenemos Roomba ni nada parecido. Me conformo con lo que tengo en mi laboratorio. Ni siquiera tengo una Thermomix. La Roomba es inteligente y hace un mapa del lugar y decide dónde ir a limpiar.

En las pasadas Jornadas de Automática de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de Zaragoza, usted habló de robótica blanda. ¿Qué entiende por robótica blanda? Puedo construir brazos robóticos que pueden retorcerse, doblarse y deformarse. Su estructura también está hecha de materiales blandos, y se mueven gracias a la naturaleza blanda de los actuadores (tendones). Lo mismo ocurre con los sensores. Absorberán cualquier golpe producido por baches en la carretera, objetos sujetados por manos robóticas blandas o en interacciones entre humanos y robots.

¿Y de qué están hechos?

Desde silicona hasta materiales flexiprint, muy baratos, imprimibles en 3D e incluso autorreparables.

¿Qué pueden hacer estos robots blandos?

Hay exoesqueletos vestibles, como manguitos, para la rehabilitación de pacientes con ictus. Se ajustan al brazo y no resultan pesados porque los actuadores blandos incorporados son hilos eléctricos muy finos, parecidos a pelos, que se controlan con corriente eléctrica y se estiran y contraen en función de la temperatura. Estos robots con forma de gusano pueden inspeccionar tuberías, arrastrarse entre los escombros de un terremoto sin atascarse y entrar en el cuerpo para operar.

Cuando pensamos en robots que viven con nosotros, ¿nos aleja la rigidez?

Cuando hacemos estudios de usabilidad, una de las cosas que echa para atrás a la gente es que los robots son rígidos y tiesos. En el hogar, saber que el robot es abrazable y deformable es más una garantía. Si el robot es blando, no frío y seguro, la interacción física es más amable y empatizamos más. Los especialistas en robótica social tienden a crear robots que se parecen a animales de peluche.

Resulta inquietante que los robots se parezcan demasiado a los humanos. ¿A qué se debe?

Cuanto más se parecen a los humanos, más asustan, lo que se conoce como «valle inquietante». Algunos escritores lo justifican explicando que, al recordar a sí mismos y ser inertes al mismo tiempo, parecen muertos vivientes, lo que no gusta.

Hoy en día, viviendo con lo virtual, lo digital y lo artificial, ¿dónde queda la naturaleza y el contacto cara a cara?

La tecnología nos da poder y nos permite comunicarnos incluso a distancia, pero también hace que el mundo sea más competitivo, más rápido y más dinámico. Al mismo tiempo, la tecnología nos aleja del tiempo para relajarnos, del contacto humano, del contacto piel con piel y de salir a la naturaleza. Vemos a jóvenes que no quieren hablar por teléfono, sino sólo de viva voz, y a chicos y chicas que juegan a videojuegos con sus avatares en lugar de hacerlo en la calle, y esto es peligroso.

¿Y tú?

No hacer nada, no mucho, es difícil para mí. Pero tengo tiempo todas las semanas para hacer ejercicio e ir al campo. Dentro de poco iré a clases de batería. Llevo yendo nueve años. Salgo a pasear con amigos y me escapo al mar siempre que puedo. Estar con amigos, vernos, tocarnos, comer juntos, es lo único que me da oxígeno en un mundo donde siempre hay oficinas, laboratorios y máquinas. Necesitamos diversificarnos. Mantener activa la parte humana y natural de nuestras vidas nos ayudará a llevar una vida de calidad en la vejez y evitará que nuestro cerebro se queme.

¿Se imagina que cuando envejezca le cuide un robot en lugar de una persona?

Como le dirá cualquier investigador en este campo, nosotros lo tenemos muy claro. El robot no sustituye a nadie, sino que complementa la compañía, el tratamiento y los sistemas de apoyo basados en el ser humano, acompañado por el robot. Los robots pueden realizar terapias cognitivas para quienes lo necesiten bajo la supervisión de un especialista, proponer juegos a sus pacientes, monitorizar de forma inteligente a ancianos que entran en demencia, proponer una batería de ejercicios, adaptar su complejidad, y paralelamente los médicos pueden monitorizarlos y corregirlos La idea es reducir la carga que actualmente soportan los humanos al 100%, con robots que ayuden con parte de esa carga. Los robots complementan y mejoran el trabajo de los médicos. Por ejemplo, una cinta de correr robótica con un monitor les diría si están progresando, como lo bien o mal que va su zancada,

Con estos datos de los exoesqueletos y las cintas de correr robóticas, se pueden sugerir tratamientos más eficaces.

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