FR.-He vivido en media docena de países, he trabajado como periodista en una docena más, he conocido a cientos y miles de políticos, profesionales y delincuentes, en dictaduras y democracias, y nunca he conocido a un hombre tan despreciable como Pedro Sánchez. Juro que nunca he conocido a un hombre más despreciable que Pedro Sánchez.
Aparte del asesinato directo, Sánchez, en la mayoría de los ámbitos del vicio y la inmundicia, ha superado en la mayoría de los ámbitos a Fidel Castro, a Anastacio Somoza, a Daniel Ortega y a otros que he cubierto y a veces entrevistado, los peores hombres que he conocido en el mundo y que son considerados tiranos monstruosos. Él los ha superado a todos.
Pedro Sánchez comparte con los grandes tiranos su obsesión por el poder, su determinación de mantenerse en el poder cueste lo que cueste, su miedo a ser castigado por abandonar el poder, su odio a los disidentes, su capacidad para encantar y engañar, y su desprecio casi ilimitado por la democracia, una institución que limita el poder y es una barrera contra la tiranía.
Mucho de lo que Sánchez hace en España, especialmente sus mentiras y burlas a la ley, no se atreverían a hacerlo Fidel, Somoza o el despótico Ortega nicaragüense.
Pero Sánchez es imprevisible, caprichoso, cambiante y camaleónico, capaz de disfrazarse en cualquier momento a su conveniencia,
Pónganlo a prueba en la hemeroteca y resulta que Sánchez es de la peor calaña. Nadie ha sido nunca tan leopardo, nadie ha engañado tanto a los ciudadanos. Ninguno fue tan farsante y ninguno se atrevió a prometer a los ciudadanos exactamente lo contrario de lo que luego cumpliría.
Del reparto de miserables que hay en el planeta, España es uno de los peores especímenes vivientes.
España se salva de la calamidad fatal porque es miembro de la UE, cuyas formas y valores aún mantienen a raya al santismo. Sin embargo, tengo un amigo psicólogo que repite que si España estuviera en un espacio como Latinoamérica, Sánchez sería un monstruo terrorífico por su psicopatología, personalidad y tendencias.
No sé si será verdad, pero el balance de sus logros es estremecedor; pervirtió el PSOE, violó la Constitución múltiples veces, mintió, engañó y estafó a sus partidarios, asesinó la democracia, alentó y alimentó a los enemigos de España, fomentó el separatismo, indultó y amnistió a los peores delincuentes políticos del país, la corrupción, el nepotismo, amiguismo, reforzó los abusos de poder, ocupó y desmanteló la sociedad civil española y destrozó el futuro, las esperanzas, las ilusiones y el prestigio de España.
Fidel Castro odiaba la libertad y estaba claro que su objetivo era mantener la tiranía comunista. Daniel Ortega quiere mantenerse en el poder a cualquier precio y utiliza el comunismo, en el que apenas cree, como herramienta para aplastar toda libertad y disidencia en Nicaragua. Anastacio Somoza fue un dictador muy parecido a Daniel Ortega, pero en su caso odiaba el comunismo y también quería mantenerse en el poder a toda costa.
Pedro Sánchez, sin embargo, es una figura desconocida al frente de un viejo país amante de la libertad en Europa. Sánchez es un hombre de cambios constantes y todo se espera. Sánchez no tiene una hoja de ruta, sino decenas, y cada día sigue la que le conviene.
Estar gobernado por Sánchez es como jugar a la ruleta rusa».