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El coste de nacer, vivir y morir

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Milton Freeman, figura destacada de la Escuela de Economía de la Universidad de Chicago, es conocido por haber dicho que no existe el "almuerzo gratis". De hecho, cada vez que consumimos un producto,.

Milton Freeman, figura destacada de la Escuela de Economía de la Universidad de Chicago, es conocido por haber dicho que no existe el «almuerzo gratis». De hecho, cada vez que consumimos un producto, alguien paga por él. Desde el momento de la concepción, tanto la madre como el niño necesitan nutrición y atención médica para lograr un ciclo de embarazo sano y seguro. La atención prenatal, el parto y los servicios postnatales representan una inversión familiar, privada y pública. ¡Qué lejos está esta realidad social actual de la lógica de aquellos idílicos antepasados, que siempre veían a cada niño que nacía en el mundo como un niño inocente con una barra de pan bajo el brazo!

La visión de millones de niños africanos hambrientos suplicando con ojos abatidos la ingesta de proteínas y calorías que les permita seguir existiendo, lo que se les ordena como el más alto y primer deber del hombre, no sienta bien a la mente cristiana racional.

Millones de asiáticos, africanos, centroamericanos y caribeños parecen hablar un mismo idioma y vestir el uniforme común de la pobreza extrema. Ver a grupos asesinos con modernas y costosas armas de guerra vomitando violencia asesina en un ambiente de hambre y sufrimiento crónicos hace que el alma, alimentada en su apego a la vida, se estremezca.

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¿Es humano disfrutar viendo el horrible espectáculo de niños masacrados por bombas y metralla entre grupos hostiles que se enorgullecen de resaltar las diferencias culturales, étnicas, sociales, religiosas y políticas? ¿Es libre la guerra? ¿Estamos condenados a vivir y morir en la guerra? ¿No hemos tenido bastante con las dos guerras mundiales que terminaron con los inimaginables bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki?

¿Los odios raciales y religiosos enturbian el pensamiento mundial y lo polarizan en ámbitos de confrontación, haciendo imposible una sana convivencia basada en formas diferentes de vestir y de hablar? ¡Paz en la tierra para los hombres y mujeres universales que se extienda más allá del país, el credo, la raza, la lengua, el origen histórico, el género, la edad y la cultura! La cordura debe primar sobre las obsesiones bélicas. ¿Tanto cuesta vivir en armonía?

Si somos tan entusiastas y fanáticos de la violencia bélica, ¿por qué no hacemos un frente común contra el hambre y la desnutrición crónica que asolan el Sur global y los trópicos geográficos históricos desde hace décadas?

Lo que está ocurriendo en África, Europa y Oriente Medio debería ser motivo de profunda y seria preocupación universal. No se trata de guerras ideológicas propiamente dichas, sino de la semblanza de la Tercera Guerra Mundial. En estos frentes armados, las garras felinas de las armas nucleares están expuestas bajo la superficie. ¿Caerá la humanidad víctima de la industria bélica?

De lo que estoy seguro es de que moriremos apostando por la paz.

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