(BBC Mundo).-Luis Manuel Díaz, padre del futbolista colombiano Luis Díaz, fue liberado este jueves por el Ejército de Liberación Nacional (ELN), cuyos miembros lo secuestraron hace 12 días, en un hecho que mantuvo en vilo a Colombia.
La noticia fue confirmada por fuentes del gobierno y del ejército colombianos.
El ELN entregó a Díaz a una comisión humanitaria de Naciones Unidas y la Iglesia Católica en un punto al sur del departamento de La Guajira, donde verificaron que estuviera en buenas condiciones de salud.
El presidente Gustavo Petro celebró la liberación a través de X.
Tras su liberación, el padre de la estrella del Liverpool se dirigió en un helicóptero del ejército a la localidad de Valledupar.
Una semana de nervios
Díaz fue raptado a punta de pistola por miembros de la organización guerrillera el pasado 28 de octubre, cuando abandonaba una gasolinera en Barrancas (departamento de La Guajira), una localidad cercana a la frontera con Venezuela.
El hombre, de 58 años y padre del delantero del Liverpool, se encontraba junto a su esposa, Cilenis Marulanda, a quien los secuestradores soltaron luego de tener un percance con el vehículo en el que se desplazaban, según reseñaron medios locales.
El gobierno colombiano desplegó cientos de uniformados, así como varios helicópteros para tratar de encontrar a Díaz.
Y aunque las primeras tesis apuntaron a que el hecho fue cometido por una banda criminal, más tarde la delegación gubernamental que actualmente mantiene conversaciones de paz con el grupo rebelde, afirmó tener «conocimiento oficial» de que el secuestro había sido llevado a cabo por «una unidad del ELN».
Las sospechas fueron confirmadas por la propia guerrilla que, a través de un comunicado, anunció que liberarían al cautivo.
“El Frente de Guerra Norte tiene comandos con misiones económicas y uno de ellos realizó una privación de la libertad, que al ser reportada y verificarse que se trata del padre de Lucho Díaz, se orienta su liberación por ser un familiar del gran deportista que queremos todos los colombianos”, aseveraron desde la organización armada.
Sin embargo, Eliécer Herlinto Chamorro Acosta, alias Antonio García, uno de los jefes del ELN, fue más allá y calificó como un “error” lo ocurrido.
«Fue un error la retención del padre de Luis Díaz realizada por el frente de Guerra Norte. Luis es un símbolo de Colombia y como tal lo sentimos en el ELN», afirmó el guerrillero, a través de un mensaje enviado por la red Telegram que publicó el diario “El Tiempo”.
Golpe a la paz
El ELN, conformado por 5.800 integrantes, incluidos unos 2.800 combatientes, es considerado como una organización terrorista tanto por EE.UU. y la Unión Europea.
El grupo insurgente, acusado de financiarse con el narcotráfico, el secuestro, la extorsión y la minería ilegal, acordó un cese al fuego bilateral de seis meses con el gobierno colombiano que comenzó en agosto en el marco de los diálogos de paz que mantienen con el Ejecutivo del presidente Petro.
Sin embargo, algunos de sus mandos aseguraron que la tregua no incluye a las “retenciones”, como llaman a los raptos.
Las autoridades colombianas ofrecieron una recompensa de 200 millones de pesos (US$49.000), más negaron haber negociado la liberación de Díaz.
Indignación nacional
El secuestro generó una ola de indignación en Colombia con marchas de protesta en varias ciudades, algunas de ellas encabezadas por su esposa.
El futbolista Luis Díaz, de 26 años y quien ha jugado 43 veces con la selección Colombia, fue fichado por el Liverpool en enero del año pasado en un multimillonario acuerdo y es una de las figuras del equipo inglés.
El secuestro de su padre fue aprovechado por opositores del presidente Petro para pedirle que suspenda las conversaciones con el ELN.
“Con secuestros no puede haber paz”, escribió el expresidente colombiano, Álvaro Uribe, en su cuenta de X (anteriormente Twitter).
Una versión que no comparte el también expresidente Ernesto Samper, quien llamó a sus compatriotas a no escuchar “a los sectores guerrerista” que “preferirían que se acabara la mesa (de negociaciones) y volviéramos a la guerra”.
“El país tiene que entender que pese a todas estas dificultades tenemos que seguir en el proceso que es el que puede evitar hacia el futuro que estos hechos se sigan repitiendo”, declaró en una entrevista a la emisora La W.
Análisis de Daniel Pardo, corresponsal de la BBC en Colombia
Para unas negociaciones de paz que por definición son sensibles y frágiles, este fue un golpe enorme a su credibilidad.
La justificación del frente responsable del secuestro, según la cual la liberación de Díaz se da por ser padre de un futbolista, suena cuando menos discriminatoria para la mayoría de los colombianos que no tienen familiares de alto perfil público.
Los secuestros en Colombia ya no son tan comunes como en los años 90 y principios de los 2000, pero en los últimos tres años han aumentado y vuelto a ser motivo de preocupación entre los ciudadanos.
Aunque es probable que el comando central guerrillero no supiera del secuestro (puesto que esta guerrilla opera de manera federal y descentralizada), la connotación internacional y pública del caso hace imposible que los colombianos no vinculen la negociación de paz con este secuestro.
Las difíciles negociaciones entre el Estado y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) entre 2102 y 2016 tuvieron varias consecuencias: otros grupos armados se fortalecieron, el conflicto en general se fragmentó y se generó una idea de que la paz está lejos de lograrse y de que los guerrilleros no son de fiar.
Eso hace que cualquier negociación, sobre todo en los términos benevolentes y absolutos en los que la plantea Petro, tenga un mínimo de tolerancia de parte de los colombianos.
El efecto político del secuestro de una figura tan querida no sólo tiene efectos en la negociación con el ELN, sino también en los procesos entablados con otros grupos armados y en general en el proyecto de “paz total” de Petro.
Ahora el gobierno tendrá que analizar si suspende las negociaciones o por el contrario apuesta más alto, con el peligro de que fracasen y su popularidad siga deteriorándose.