El Papa insta a los jóvenes a difundir la buena noticia en las redes sociales
En su discurso del Ángelus del día del Señor, 12 de noviembre, el Papa Francisco reflexionó sobre la tendencia de las personas de hoy a preocuparse por las apariencias y descuidar su vida interior.
Hay una expresión del argot criollo que dice que «las apariencias engañan», y el interés de Francisco radica en subrayar el hecho de que la gente está tan preocupada por lo que ven los demás que descuida su propia apariencia en detrimento de sí misma.
Es como vivir para quedar bien ante los demás, lo que se desarrolla en el diálogo de sordomudos o en la Torre de Babel.
Quizá por eso el Papa anima a alejarse del teléfono y dedicar tiempo a escuchar a los demás.
Comentando la parábola de las diez vírgenes, el Papa abordó los conceptos de sabiduría e insensatez.
A menudo es importante que estemos atentos a nuestra apariencia, a nuestra imagen y a quedar bien ante los demás.
Para Francisco, lo sabio y lo justo es cuidar lo que no podemos ver: nuestro corazón.
Esto significa saber pararse a escuchar el propio corazón y cuidar los propios pensamientos y sentimientos.
Cuántas veces no sabemos lo que nos pasa por la cabeza, lo que nos pasa por dentro. La sabiduría, dijo, es saber dar espacio a la quietud, ser capaz de escucharse a uno mismo y a los demás.
Esto significa renunciar a una parte del tiempo que pasamos delante de la pantalla del teléfono y ver la luz en los ojos de los demás.
Aparentar felicidad en las redes sociales, aparentar estar siempre sonriendo y endeudarse para conseguir el último teléfono móvil o la ropa más cara y lujosa son algunos de los descuidos que llevan a muchas personas a descuidarse a sí mismas y también a los demás.