La diplomacia debe apoyarse en herramientas esenciales y eficaces, como las que facilitan las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), en particular la inteligencia artificial (IA), como medio para llevar a cabo la política exterior de un Estado.
Es con esto en mente que la República Dominicana lanzó recientemente su Estrategia Nacional de IA, que entre sus objetivos está promover una política exterior proactiva y amigable con la IA.
La IA se define como un conjunto de tecnologías avanzadas de la información y la comunicación (TIC) consistente en máquinas que pueden imitar ciertas funciones de la inteligencia humana, como la percepción, el aprendizaje, el razonamiento, la resolución de problemas, la interacción lingüística e incluso la producción de obras creativas (COMEST).
En este sentido, cabe señalar que la diplomacia emplea diversos modos de ejecución. De ellas, la diplomacia pública merece atención, ya que la IA suele ser esencial para que su ejercicio sea más eficaz.
La diplomacia pública se refiere a los esfuerzos y estrategias de comunicación que un país utiliza para interactuar con audiencias extranjeras, construir buenas relaciones y promover su imagen y valores en el escenario global.
Cabe destacar que la IA es una herramienta que puede proporcionar información sobre la opinión pública y las tendencias mundiales, con capacidad para analizar grandes cantidades de datos procedentes de distintas fuentes, incluidos los medios sociales, los comunicados de prensa y las consideraciones públicas.
Esto permite a la IA realizar contribuciones esenciales, como permitir a las autoridades encargadas de las relaciones exteriores tomar decisiones más informadas, dar forma a los contenidos que deben difundirse y ejercer con mayor eficacia sus funciones de observación e inteligencia en respuesta a las embajadas.
No obstante, si bien la IA aporta importantes beneficios, esta herramienta debe utilizarse con sumo cuidado para evitar el impacto de informaciones erróneas o inexactas y recurrir siempre a métodos alternativos de verificación.
En este contexto, cabe señalar que, si bien la IA ofrece muchas oportunidades para mejorar el ejercicio de la diplomacia pública, también existen retos como la preocupación por la privacidad, las consideraciones éticas y la posible parcialidad de los algoritmos de IA.
Lograr el equilibrio adecuado entre tecnología y diplomacia es un aspecto fundamental para un uso eficaz y apropiado de la IA.
Desde otra perspectiva, a pesar de todas las ventajas que ofrece la IA, el trabajo diplomático sigue siendo fundamentalmente una tarea humana, y la IA debería utilizarse esencialmente para apoyar los esfuerzos en determinados aspectos clave de la política exterior, que en el trabajo diplomático implica actividades repetitivas y automatizadas, como Esto equivale a decir que todavía no es posible sustituir a los propios diplomáticos debido a las complejidades y responsabilidades que caracterizan su trabajo como representantes del Estado, como puede ocurrir en otras profesiones.
Por lo tanto, los diplomáticos deben recibir la formación adecuada para utilizar estas herramientas básicas en el trabajo que es esencial para el Estado al que representan.