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¿Por qué la segunda presidencia de Trump podría ser más radical que la primera?

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Nueva York - En la primavera de 1989, el Partido Comunista Chino utilizó tanques y tropas para reprimir una manifestación prodemocrática en la plaza de Tiananmen de Pekín. La represión, en la q.

Nueva York – En la primavera de 1989, el Partido Comunista Chino utilizó tanques y tropas para reprimir una manifestación prodemocrática en la plaza de Tiananmen de Pekín.

La represión, en la que murieron al menos varios centenares de estudiantes activistas, horrorizó a la mayoría de los países occidentales, más allá de las líneas partidistas tradicionales.

Sin embargo, un destacado estadounidense quedó conmocionado.

El gobierno chino estuvo a punto de volar la plaza de Tiananmen cuando los estudiantes la llenaron, comentó Donald J. Trump en una entrevista con la revista Playboy un año después de la masacre.

Fueron violentos, se comportaron mal, pero fueron capaces de gobernar por la fuerza. Eso demuestra el poder de la fuerza. Hoy, nuestro país es considerado débil».

Este fue un pasaje de una amplia entrevista concedida por Trump, entonces un empresario de 43 años que no estaba involucrado en asuntos nacionales o mundiales, a un periodista.

Pero es clarividente, dado lo que Trump vivió antes de convertirse en el arribista que tomó la despiadada decisión de aplastar las protestas prodemocráticas.

La retórica violenta y autoritaria de Trump en la campaña electoral de 2024 ha suscitado comparaciones y alarma con fascistas históricos, dictadores modernos y populistas.

En las últimas semanas, ha deshumanizado a sus oponentes, comparándolos con una plaga que debe ser eliminada, declarando que los inmigrantes manchan la sangre de nuestro país, alentando a disparar a los ladrones de tiendas y sugiriendo que el ex presidente del comité del gabinete Mark Milley merecía ser ejecutado por traición.

Presentándose de nuevo a la presidencia y enfrentándose a cuatro procesos penales, Trump parece más furioso, más desesperado y más peligroso para la democracia a la americana que en su primer mandato.

Durante décadas ha glorificado la violencia política y elogiado las dictaduras.

Lo que es diferente en el segundo mandato de Trump no es tanto su carácter como lo que le rodea.

Las fuerzas que mantuvieron a raya sus tendencias dictatoriales en el primer mandato -sus colaboradores que intentaron frenarle, los pocos republicanos dispuestos a criticarle u oponerse a él, el equilibrio partidista en el Tribunal Supremo que en ocasiones falló en su contra- pueden verse debilitadas.

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