La semilla de la fe cristiana se sembró en Manuel Grullón Hernández a muy temprana edad. Nació en el seno de una familia católica en la que era tradición asistir a la misa dominical y rezar en los actos y celebraciones familiares.
También crecía en él el deseo de vivir más de cerca y personalmente la fe que se encontraba en su familia, especialmente en su abuelo, Don Alejandro E. Grullón.
Sin embargo, sentía que le faltaba otra motivación, y fue durante una visita al Museo Altagraciano Alejandro Grullón que se le ocurrió la idea de promover y participar activamente en peregrinaciones a la fe mariana.
Desde entonces, se ha embarcado en una peregrinación que ha dado un nuevo sentido a su existencia y le ha permitido tener una relación más íntima con el Espíritu Santo, así como una faceta más altruista de su difunto abuelo.
Siempre tuve el deseo de creer más, pero nunca imaginé que la fe de mi abuelo me sería transmitida cuando él muriera. Después conocí mejor a mi abuelo», explica el joven empresario en una entrevista con Despierta con CDN.
En ese camino, conoció a personas valiosas que tomaron la mano de don Alejandro E. Grullón en apoyo.
Todo comenzó en una sala de un museo que le recordó a Manuel Alejandro una peregrinación que poco conocía. Después de esa visita, no pasó mucho tiempo antes de que él y tres amigos emprendieran su primer viaje a la Catedral de Nuestra Señora de La Altagracia.
El peregrino dijo: «No sé adónde lleva este camino». Destacó que la peregrinación le dio la oportunidad de conocer mejor a sus compañeros de viaje. Salí con amigos y llegué con hermanos. La vida después de esto nunca volverá a ser la misma», afirmó.
La experiencia le ha llevado a reflexionar sobre su visión del mundo. Nunca sabes cómo será tu último viaje». Al mismo tiempo, destacó que esta actividad es una oportunidad para quienes quieran vivir una experiencia religiosa, personal y cultural, y para quienes quieran conocer la idiosincrasia del pueblo dominicano.
La peregrinación completa dura aproximadamente cinco días y recorre unos 120 kilómetros desde Bayaguana hasta La Altagracia. A lo largo del camino, los peregrinos comparten experiencias y construyen una hermandad.
La ruta de peregrinación debe adaptarse a la peregrinación.
Grullón Hernández destacó la necesidad de adaptar la carretera de La Altagracia a la ruta de peregrinación y mejorar las infraestructuras.
Destacó la importancia de promover las peregrinaciones en la República Dominicana. Este es el objetivo de la marcha de 5 kilómetros que se celebrará en noviembre, con la posibilidad de ampliar la distancia el próximo año.