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En Las 800 persisten las consecuencias de las lluvias torrenciales

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Residentes de Las Ochocientas indicaron a reporteros de LISTÍN DIARIO que no tenían muchas esperanzas de pasar unas fiestas navideñas diferentes a las que vivieron, con carencias, a pesar de que guardaban en sus memorias las promesas políticas y gubernamentales que llegaron a sus puertas tras el desastre que les llevó todo en noviembre pasado.

En el sector Las 800, en Los Ríos del Distrito Nacional, el único plato que no faltó en las mesas de los afectados por el desborde de la cañada durante las lluvias del pasado 18 de noviembre del 2023, durante las festividades por Navidad y Año Nuevo, fue la conformidad.

“En Navidad nosotros la pasamos bien, gracias a Dios, porque por lo menos estamos vivos”, fueron las palabras de Cirilo Sánchez, quien a sus 77 años vive junto a su esposa en condiciones completamente vulnerables, en una propiedad a medio hacer a la ribera de la cañada.

En sentido general, los residentes de Las 800 indicaron a reporteros de LISTÍN DIARIO que no tenían muchas esperanzas de pasar unas fiestas diferentes a las que vivieron, con carencias, a pesar de que guardaban en sus memorias las promesas políticas y gubernamentales que llegaron a sus puertas tras el desastre que les llevó todo en meses pasados.

Si sus casas, que en su mayoría lucen destruidas y a simple vista se nota la falta de elementos que se consideran como esenciales en un hogar, dígase una estufa, nevera o una simple cama, no son ostentosas, mucho menos lo fueron sus cenas de Nochebuena o Nochevieja.

Lo que cenaron

Un poco de pollo y pan, quizás arroz, alguna otra carne y ensalada, o irse a compartir con algún familiar cercano fueron las alternativas que tuvieron quienes residen en el área más propensa a riesgos del populoso barrio.

“Aquí nada más somos dos y no tenemos mucha cosa, con lo que sea se cena y gracias a Dios que nunca deja a uno solo en diciembre, apareció que cenar”, contó una vez más Cirilo Sánchez, que contrario a muchos de sus vecinos que optaron por mudarse, no tiene para donde ir o correr.

En el caso de don Cirilo, a pesar de sus 77 años, luce vigoroso, con ánimo de trabajar. Es pintor y cada cierto tiempo a sus manos llegan trabajos improvisados que le permiten buscarse lo de comer día tras día, mientras su esposa hace limpiezas en una tienda, y para Nochebuena consiguieron con que asar un pollo y hacer un moro de güandules, nada más.

“Nosotros la pasamos bien porque no le damos mente a calamidad, hasta donde Dios nos ayude llegamos”, afirmó Margaret Ramírez, una vecina de Sánchez en la misma situación.

Se mudaron

De las personas que vivían en las casas que colindan con la cañada de Las 800, quedan pocas.

Según sus vecinos, se han ido mudando en la medida de sus posibilidades después de que las lluvias del noviembre pasado les arrebataron todo, con el miedo de que vuelva a pasar, a lo que entra en consideración que la hondonada está siendo intervenida, sin avances que ellos mismos reconozcan, desde hace más de un año.

“Ellos pasaron la navidad mejor que como estaban ahí, asustados por si volvía a subir en cualquier momento, porque se mudaron. Yo soy una de las que se mudó y aunque no tuve una Navidad a otro nivel, la pase bien con mi familia porque a la espera de lo que nos prometieron, no nos podíamos quedar aquí”, afirmó Geraldín Ramírez.

Quienes quedan son, en gran medida, los adultos mayores que no residen alquilados, sino que han reclamado esos espacios como suyos, construyendo ranchos que les hacen sentir en casa y que, además carecen de la posibilidad de conseguir algún espacio que les brinde mejores condiciones de vida.

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