Comienza un año lleno de promesas en todos los sentidos. Espero que nuestro deporte no sea invadido por gente inmoral que lo humilla y abusa de él. Hola Fiebrus.
Hace unos años, mi hermano Amilcar Kalaf editó una sección de esta llamada Golf Is Like Life, que ya no se publica debido al tamaño cada vez menor de la revista. En estas pequeñas cápsulas, Amilcar recoge anécdotas y experiencias que podemos aplicar a nuestra vida diaria, utilizando el golf como palanca y como compañero para transmitir las correlaciones que existen entre nuestras experiencias vitales y el juego del golf. A menudo escucho y leo frases como si haces trampa en el golf, haces trampa en la vida o la forma en que te comportas en el campo es la misma que en la vida real.
Y nada es más cierto. En un deporte donde tienes mucho tiempo para pensar entre tiros y en el que compites sin un árbitro presente para juzgar tus acciones en el campo, tu compromiso con los Playmates nunca termina. Tanto es así que incluso cuando terminas tu turno, aún recuerdas que pujas un color menos y solicitas ese movimiento extra olvidado para que tu puntuación refleje verdaderamente lo que pasó durante tu turno, porque ganas un palo.
La realidad es que, amigos míos, lamentablemente hay mucha gente que viene a jugar al golf (la mayoría buena), pero todavía no comprenden del todo la belleza de este deporte de herencia escocesa. El golf es una entidad extraña. Como una escena de la vida, te toma y te da.
Es un deporte en el que compites contra tus habilidades y miedos. Él siempre exige lo máximo. Te pone a prueba.
Te desmoraliza y te recompensa. Te recompensa y te castiga. Saca lo mejor y lo peor de ti.
Te eleva y te decepciona. Amas y destruyes. Te llena de alegría y frustración.
Lo amas y luego, a veces, lo odias. Te obliga a convertirte en una mejor persona y a revelar tus defectos más adelante. En definitiva, un deporte, por tener todas estas características, te hace querer, contagiar, fascinar y motivar a ser un ejemplo de seriedad, un mejor amigo y una mejor persona.
Por eso entiendo cada vez menos a aquellos que, antes de empezar el juego, inician su plan de juego ganando antes del primer golpe de salida gestionando un hándicap, o jugando un juego aprovechando cada oportunidad que tienen para engañar a los demás colocando balas. . ahí.
, o realizando un tiro, cuando lo más bonito es lograr los fundamentos del golf como Dios manda. Dicho esto, como somos muchos los que lo estamos haciendo mejor, en nombre de todos, pido a quienes planean ganar a toda costa que reconsideren y comprendan que las cuatro o cinco horas anteriores en este patio son una verdadera bendición. debe usarse para nutrir el alma y el espíritu.
No vale la pena arriesgar tu carrera, tu seriedad, tu negocio y el nombre de tu familia por una trampa estúpida. Y finalmente, se dan cuenta de que el golf… es como la vida.
Mantenga la bola en la calle.