MIAMI, Estados Unidos. – El 28 de enero de 1986 marcó uno de los momentos más trágicos de la historia de la exploración espacial. Ese día, el transbordador espacial Challenger explotó apenas unos minutos después de despegar de Cabo Cañaveral (EE.UU.), cobrándose la vida de los 7 miembros de su tripulación.
El Challenger se estableció como el segundo orbitador activo de la flota de transbordadores espaciales de la NASA y realizó su primer vuelo el 4 de abril de 1983. La explosión se produjo apenas 73 segundos después del despegue, matando a todo el barco y a la tripulación. Este trágico suceso tuvo un impacto significativo en el programa del Transbordador Espacial, lo que llevó a una revisión completa del diseño y los procedimientos de seguridad.
Según un informe difundido por el gobierno estadounidense, la principal causa del accidente fue la rotura de un sello reforzado en una de las juntas tóricas de uno de los propulsores sólidos del cohete del transbordador espacial. Este incidente provocó que se escapara gas caliente, dañando el tanque de combustible externo y provocando la explosión del barco. La tripulación del Challenger incluye siete miembros, entre ellos la profesora Christa McAuliffe, que se convertirá en la primera profesora civil en el espacio.
La tragedia del Challenger provocó la suspensión de los vuelos del transbordador espacial durante más de dos años, tiempo durante el cual se realizaron mejoras en el diseño y se implementaron medidas de seguridad adicionales. Desafortunadamente, la explosión del Challenger no fue el último episodio trágico en la historia del transbordador espacial. El 1 de febrero de 2003, mientras regresaba a la Tierra después de la misión STS-107, el transbordador espacial Columbia se desintegró sobre Texas, 16 minutos antes de su aterrizaje previsto.
En este caso, la causa se debió a que una lámina de espuma aislante golpeó el ala izquierda durante el lanzamiento, dañando el sistema de protección térmica y provocando la descomposición del vehículo. El transbordador espacial Columbia, el primero construido bajo el programa de transbordadores espaciales de la NASA, realizó su vuelo inaugural el 12 de abril de 1981, marcando el comienzo de una nueva era en la exploración espacial.