Cualquier análisis de los resultados electorales en El Salvador, independientemente del enfoque preferido, debe partir de una premisa esencial: ésta es la voluntad del pueblo salvadoreño. Ésta es la esencia: es un gobierno nacido de las urnas, de lo contrario habría discordia, porque el pueblo y con él la comunidad internacional no aceptarían, a esta altura de la historia, un régimen sostenido sólo por la fuerza. .
Es en torno al uso de la fuerza o del puño de hierro que se centran la mayoría de las reacciones al proceso electoral en Salvador, planteando dudas sobre el hecho de que la votación tuvo lugar en un entorno político-legal raro y bajo un régimen especial. Una visión que enfatiza la represión de los derechos fundamentales es dominante fuera de El Salvador, lo que plantea interrogantes sobre el derecho a la libre expresión de la voluntad popular. Ésta es una cuestión a considerar; No podemos ignorar que el derecho al voto se ejerce en estas condiciones sin garantías ni derechos fundamentales.
Pero quizás más allá de mirar resultados electorales específicos para una realidad específica en una sociedad que también enfrenta problemas muy específicos, la experiencia de Salvador puede ser instructiva para las Américas Latina y el Caribe, frente a una tendencia cada vez más común entre nuestro pueblo: sacrificar la libertad por la seguridad. Esta fue la clave de la victoria de Nayib Bukele, reconocida por sus amigos y enemigos, y constituyó un espejo de la región en el que también debemos mirarnos los dominicanos. En nuestro país, como demuestra cualquier encuesta fiable, la seguridad ciudadana es una de las principales preocupaciones de la población y refleja el deseo de mano dura, incluso de Trujillo, pese a que, por el contrario, pocos minimizan o no valoran el disfrute.
del actual régimen liberal. Además, aprovechemos que estamos en un ambiente electoral y no busquemos comparar ya que cada ciudad reacciona a su propia realidad, de modo que el 18 de febrero y el 19 de mayo se convirtieron en el día de celebración de la democracia, a partir de la cual los gobiernos nacional, legislativo y los niveles municipales estaban legitimados por nuestra Constitución y leyes. Con esto, ratificaremos que en la República Dominicana prevalecerá un régimen de amplias libertades públicas y políticas, con un Estado de derecho en el que, en esencia, funcionan las instituciones básicas del sistema.
