Ucrania es el tercer país con más víctimas en el ataque de Hamás La guerra en Ucrania lleva dos años y no hay señales de que vaya a terminar; Al contrario, parece estar en su apogeo. Esta es una dolorosa realidad para el pueblo ucraniano que más sufre; el país que causa más muertes, más desplazamientos y refugiados, y cuyo territorio ha sido tomado prestado de los juegos geopolíticos globales. Por sus resultados, además de crear terror y destrucción, esta guerra también fue fuente de grandes negocios, especialmente en la industria armamentística.
Utilizadas como cebo y en laboratorios, más de 200 tipos de armas, desde tanques hasta defensa antiaérea y municiones, se venden como pan caliente debido a su eficacia probada. Fue un acuerdo tan bueno que en la reciente Conferencia de Seguridad de la Unión Europea se acordó aumentar y acelerar la asistencia militar y aumentar el presupuesto de guerra. Este es el segundo aniversario de una guerra sin sentido que, como describe el Papa Francisco, se desarrolla sin el menor signo de negociación, con todas las condiciones para su continuación.
Los pueblos amantes de la paz deben unirse al Santo Padre, el único líder mundial que está por encima de la pasión, sin prejuicios ni hipocresía, para que pueda iluminar las mentes de quienes tienen el poder de silenciar los disparos y poner fin de inmediato a este conflicto. Es hora de que gane terreno la posición de los activistas por la paz, de quienes se oponen a ésta y cualquier otra invasión a una nación soberana. También es apropiado condenar a las potencias que declaran su apoyo a Ucrania pero envían armas y mercenarios a la región, sabiendo que cada día de guerra, es el pueblo el que sufre en una confrontación de agravios, igualdad y abuso.
La invasión también debe ser condenada y rechazada; mantener y fortalecer las sanciones económicas y de otro tipo, pero también alienar y provocar a los países en conflicto para que prioricen sus propios intereses, mientras Ucrania sufre.