Así se llama la operación del ejército americano el 28 de abril de 1965. Yo tenía 12 años cuando estalló la revolución, vivía en la calle Concepción Bona y esquina Duarte. Recuerdo a dos hombres rana parados en la acera frente a un tanque de guerra que disparaba desde la esquina de la calle Juana Saltitopa.
Ese miércoles llegó un vecino gallego con la noticia de que desembarcaban marines americanos, luchaban contra los constitucionalistas y le habían confiscado el revólver. De repente, al otro lado de Duarte, se escucharon múltiples disparos, aparentemente provenientes de un francotirador. Algunos estadounidenses corrieron a ponerse a cubierto cuando dos ametralladoras abrieron fuego y bloquearon el edificio.
Por suerte, no entraron a la galería donde los dos luchadores los observaban. Al día siguiente, nos despertamos con el ruido de helicópteros militares volando de un lado a otro, mientras en la calle Ana Valverde soldados de la División Aerotransportada vallaban el llamado corredor de seguridad que divide la ciudad. y nos impidió pasar por la casa de mi abuela.
Durante estos primeros días, con el consentimiento de los invasores, continuaron los saqueos de comercios, al tiempo que limitaron la grabación de vídeo y fotografía. -Nada objetivo- Recuerdo a unos cinco hombres armados y vestidos de civil que cruzaban los puestos de control estadounidenses para colocar bombas que silenciaban emisoras de radio constitucionalistas. Sin el permiso de mis padres, crucé varias veces el pasillo para visitar el distrito constitucionalista.
Durante una de mis aventuras, el ejército me impidió regresar y tuve que pasar la noche en casa de unos familiares, quienes informaron a mis padres de mi aventura. En los días siguientes llegaron militares de otras nacionalidades con el apoyo de la OEA, que luego pidió disculpas públicamente al país en 2016 por aceptar esta realidad. Hoy, 59 años después, somos nosotros quienes exigimos con vehemencia la ocupación de Haití.
