Durante la última década, la República Dominicana ha sido la economía de más rápido crecimiento en América Latina, una región estancada en la parte inferior del mundo. Nos hemos convertido en la séptima economía de la región, a pesar de su pequeño territorio. Estamos mostrando avances que pueden respaldar un mejor modelo de crecimiento: logros significativos en infraestructura, incluidos puertos, aeropuertos y carreteras principales, mejoras en la entrega de energía eléctrica y diversificación de la matriz energética, mejor entorno de negocios, liberación de muchos procesos, en particular funcionarios de aduanas; Las zonas francas se han diversificado agregando productos de valor agregado y niveles tecnológicos más altos, como equipos eléctricos y médicos, al tiempo que promueven el posicionamiento del país como un centro de área.
Todo esto debería animarnos, pero no podemos dormirnos en los laureles. Necesitamos más inversión, principalmente en forma de inversión extranjera directa (IED), que es más compleja y diversa, y crea empleos con mayor valor agregado y mejor calidad. Según la OCDE, en el período 2016-2019, este país atrajo el 1,8% del total de los flujos de IED hacia América Latina y el Caribe y los flujos de IED se mantuvieron estables en el 3,7% del PIB, superior al 2,8% del PIB del área.
Esta buena noticia debe sopesarse con el hecho de que el volumen de IED como porcentaje del PIB está a la par del promedio regional del 47%, pero es inferior al de Costa Rica y Panamá, nuestros socios de la Alianza para el Desarrollo, con un 63%. % y 80% respectivamente. Debemos intentar aprovechar las tendencias cercanas determinadas por los acontecimientos geopolíticos actuales.
Pero debemos recordar que la competencia para atraer cada vez mejor IED será muy competitiva. Necesitamos hacer algunas reformas y ajustes como país para conseguir mejores condiciones y atraer cada vez mejor IED. Los estudios realizados por organizaciones internacionales como el Banco Mundial, el BID, la CAF, la CEPAL, la OCDE, el Instituto de Desarrollo de Corea y otros brindan importantes recomendaciones basadas en evidencia que nos ayudan a desarrollar una hoja de ruta para lograr este objetivo.
Quisiera resaltar un desafío central y estratégico que requiere esfuerzos sostenidos en el mediano y largo plazo: el desarrollo de recursos humanos. No hubo una sola reunión con los dirigentes de empresas locales y -especialmente- de zonas francas, ni con potenciales inversionistas que visitan el INTEC, en la que no se preguntara primero por la cantidad de ingenieros y técnicos que pueden estar presentes sino también por la calidad y actualización de los programas de formación y adecuación de sus perfiles cualificados a las cada vez más sofisticadas y tecnológicas necesidades productivas. Sin centrarnos en los graves y persistentes problemas de calidad académica en la educación preuniversitaria, nuestra matrícula en educación superior, que supera el medio millón de estudiantes, no nos deja tranquilos.
Porque menos del 8% de los estudiantes lo hace en carreras de ingeniería y arquitectura, menos del 6% en tecnologías de la información y menos del 1% en ciencias básicas. Diez carreras representan alrededor del 50% de la plantilla total: contabilidad, psicología, derecho, medicina, administración, formación inicial, marketing, formación básica y, finalmente, ingeniería industrial e informática. En INTEC, así como en la publicidad de AVIS, hacemos más esfuerzos y, por ejemplo, en nuestra más reciente ceremonia de graduación, el 28 de este mes, nuestros egresados entregaron sus diplomas en el campo de la ingeniería, mientras que en la educación superior dominicana En el sistema educativo poco más del 15% del total de matriculados estudian estas profesiones y el 10% de nuestros egresados lo hacen en las áreas de ciencia y tecnología, mientras que en todo el sistema educativo, la educación superior, se matricula menos del 1% del total de personas.
este campo. Nuestro país no puede desaprovechar las oportunidades disponibles para avanzar hacia una economía más productiva, diversa y competitiva. Esto requiere políticas e iniciativas públicas muy bien orientadas y mejor implementadas.
Pero está claro que sin tecnólogos e ingenieros no llegaremos muy lejos.