La canción Payaso, interpretada por Javier Solís, comienza con una frase que servirá al propósito de este artículo. Antes me preocupaba mi salud, porque admiraba especialmente lo que representaba la eterna imagen del payaso, como destacó fuerte María Zambrano Alarcón, intelectual, filósofa y ensayista española. Para Zambrano Alarcón, el payaso juega una eterna pantomima en el corazón de las personas; imita esta situación de forma poética y visual, o mejor dicho musicalmente, haciéndola lo más visible posible
Con esto aclarado, llega la canción Clown. » dijo desde el principio en “el cofre de la vulgar hipocresía”. Esto se debe a que el hipócrita presta atención a cada detalle, apreciando mucho el tiempo y el esfuerzo que requiere convertirse en un buen hombre.
El hipócrita vive una broma, busca siempre oportunidades para hacer tu parte. Así como el hipócrita resalta sus virtudes, incluida su devoción cristiana, se vuelve ridículo cuando se jacta de lo que no posee. Una necedad, porque los creyentes deben obedecer lo que advierte San Mateo (23, 27): ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! ¡Las tumbas encaladas, hermosas por fuera, están llenas de huesos de muertos y todo tipo de basura por dentro! El hipócrita, experto en el arte de la imitación y el engaño, se refugia en almas mezquinas y está siempre dispuesto a arrepentirse de sus propósitos destructivos. Estas personas no tienen el temor de Dios, que es “el deseo de hacer el bien, de vivir en la verdad, de realizar la voluntad de Dios”.